domingo, 9 de octubre de 2011

José Libertella

José Libertella
José Libertella


José Libertella y su orquesta
José Libertella y su orquesta 


Reportaje a José Libertella y Luis Stazo, los líderes de la agrupación tanguera, recibieron a Clarín en La casa de Carlos Gardel, el mismo sitio en el que debutaron hace tres décadas. Aquí recuerdan su trayectoria.

Detrás de aquella puerta estaba la habitación en la que Gardel ensayaba. En este piletón se higienizaba Carlitos, y por acá se asomaba doña Berta todas las mañanas para alcanzarle el mate al Zorzal...". Luis Stazo y José Libertella se sonríen recordando a Julio Jorge Nelson. "Lo estoy viendo, todas las noches contaba lo mismo", dice Stazo girando en el patio techado como si buscara el escenario desaparecido de la Casa de Carlos Gardel, que ahora es un museo, y hace treinta años —cuando el Abasto no era un shopping— funcionaba como tanguería.


Precisamente en este lugar, el 29 de abril de 1973 el conductor Julio Jorge Nelson anunció por primera vez al Sexteto Mayor. Tres décadas después, el Sexteto prepara una nueva gira por Gran Bretaña y Alemania, ediciones aniversario en la Argentina y en Europa, y su tradicional fin de año en el teatro Champs Elysées de París. "Pensar que cuando debutamos creíamos que el Sexteto iba a durar quince días —confía Libertella—. Entre otras cosas, porque nuestros violinistas tenían mucho trabajo en otros géneros, grababan todo el día y llegaban agotados: con decir que una vez Fernando Suárez Paz se durmió en escena tocando su solo de Otoño porteño... Ya me sonaba a mí que lo estaba pasando un poquito por arriba".

En comparación con otras épocas, y exceptuando casos aislados, los 70 no eran tiempos demasiado auspiciosos para el género, ¿verdad?

Libertella: En 1972 en la radio no cobrábamos, pagábamos para tocar. Teníamos un programa en El Mundo, y entre todos los que queríamos ser directores, Requena, Nichele, Cupo, Luis y yo, les pagábamos a los músicos de una orquesta de base.


En ese contexto, ¿con qué perspectivas nació el Sexteto Mayor?

Queríamos hacer un conjunto con un concepto similar al del Quinteto Real, en el sentido de que fuera una suma de individualidades, un conjunto en el que cada uno tuviera su lucimiento. Habíamos probado otras cosas y no era fácil: estaban todos los grandes, Pugliese, Troilo, D'Arienzo, y a la vez casi no existían espacios. La salida era armar un seleccionado.

¿Hubo crisis serias en estas tres décadas?

Stazo: Hubo crisis inauditas. El violinista Reynaldo Nichele tiraba la bronca como loco cuando tocábamos Contrabajeando: "Si lo grabamos no sigo en el sexteto", dijo. Lo grabamos de todos modos. Nichele no dijo ni mu pero al día siguiente no fue a la Casa de Carlos Gardel, así es como llegó al Sexteto Mario Abramovich. Otro momento crítico fue cuando se fueron Cupo y Murtagh: el sexteto se quedó sin piano y sin contrabajo de un solo golpe. Pero entraron Mazzadi y el contrabajista número uno de todos los tiempos, Kicho Díaz, que lo único que dijo cuando fui a hablarle fue: "Me compro el traje y empiezo ayer".

Libertella: A propósito de Contrabajeando, Murtagh no quería tocarlo, le decía "la gansada", pero creo que es la mejor versión que se ha hecho.


¿Hay una época predilecta o especialmente representativa en la discografía?

Libertella: Hubo una época de mucho trabajo, en la que todo está bien grabado. Me refiero a grabaciones como la del tango Percal del 77, que no son precisamente las más difundidas ahora.

Stazo: Me acuerdo de Halcón negro, Tema otoñal..., de una época en la que la gente iba al Caño a escuchar, iba al Almacén a escuchar.


Desde los 80, primero solos, después como parte de Tango Argentino y ahora con Tango Pasión, pasan buena parte de su tiempo actuando en el exterior. ¿Cual es el costo artístico o sentimental?

Libertella:Honestamente, creo que en Buenos Aires no hubiéramos llegado a cumplir treinta años. En el 82 ya habíamos empezado a ir afuera, habíamos probado la pólvora en París. En Trottoirs hubo una revalorización de lo nuestro: llevábamos treinta y cinco números, pero incluyendo números de esos que en Buenos Aires sólo se podían probar en ciertas tanguerías: Preludio nochero, Ciudad triste, Universo, Del 73. En Europa nos convertimos en un nexo entre la última tradición que conocían y Piazzolla.

¿No reniegan de la vida en gira?

Uno anda medio mareado de ciudad en ciudad, de hotel en hotel. A veces voy con mi señora, salimos de un lugar a la mañana, llegamos a otro a las tres de la tarde, descanso dos minutos, me voy al teatro, pruebo sonido, hago función, ceno algo, vuelvo al hotel y lo miro al conserje sin saber qué llave pedirle, en qué número de habitación dejé esta vez a mi señora.

¿Actúan lo suficiente en Buenos Aires?

Todo lo posible, porque sabemos que no hay nada peor que el olvido. Cuando actuamos en el Champs Elysées, después de la función vamos siempre al mismo restaurante, enfrente, y al entrar sale un aplauso de cada rincón. Pero ocurre en París. Si no lo ve la familia, no es lo mismo. Reportaje realizado en el Diaro Clarin por Irene Amuchástegui el 29 de abril de 2003(Fotos TangoCity) editado por El tango y sus invitados