El legendario Moulin Rouge de Montmartre, Paris a principios de siglo.
La orquesta Bianco-Bachicha, en 1931, en el Teatro Olimpia de París
De izq. a derecha Roberto Fufazot, Lucio Demare y Agustin Irusta
Antes de la guerra, el abrazo inventado por los calaveras porteños de 1880, se derrama sobre todas las danzas que Paris baila hasta en las calles
Orquesta Manuel Pizarro en El Restorán El Garrón de Paris
Cartel anunciando la orquesta de Bianco en París.
(DE MONTMARTRE AL JAPÓN)
¡SALUTE, PARÍS! "Agarré tren de lujo, loco e'contento: / «bonsoir, petit, je t'aime, tu est mon cocó. . .», / con una gorda tuerta de mucho vento, / que no me dio ni medio, y me amuró. / Tiré la bronca y guapo pa darme corte, / un tortazo en ¡a ñata se le incrustó: / comisaria, jueces y un pasaporte, / ¡y terminó mi vida de gigoló! ¡Araca, Parisi. . . ¡Salute, París!. . .". La anécdota que Carlos César Lenzi cuenta en este tango con música de Ramón Collazo estiliza un hecho real, según él me lo relató: es la tribulación de cierto músico porteño que ya a punto de no tener un franco con qué comer, intenta robarle la cartera con dinero a la "franchuta vieja que va al dancing". La gorda le atrapa la mano con fuerza de grillos, lo entrega a la Sureté y ésta lo hace deportar. Es que son muchos los rioplatenses que se aventuran en Eldorado de París sin otro recurso que un pasaje y unas ilusiones.