miércoles, 2 de diciembre de 2009

Quinteto La Camorra

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Quinteto La CamorraQuinteto La Camorra


Cuando Luciano Jungman (bandoneón), Sebastián Prusak (violín) y Jorge Kohan (guitarra) se unieron como trío para fundar La Camorra en abril de 1993, el país de los argentinos y el mundo de la música sin aditamento alguno (es un grave error separar lo clásico o erudito de lo popular, existe una sola música: la buena), todavía lloraba la muerte de Astor Piazzolla (11 de marzo de 1921/ 4 de julio de 1992). Por eso no fue extraño el nombre elegido por los entonces muy jóvenes músicos de Buenos Aires. La Camorra fue el título que Piazzolla impuso para lo que el destino marcaría como la última producción discográfica de su clásico, histórico y conocido Quinteto. Esa obra fue grabada en New York en mayo de 1988 y Piazzolla fue aún más lejos: en el libro que recoge sus memorias dice: “es el mejor disco que hice en mi vida”.

No hay lugar para mediocres cuando se quiere tocar (bien) la obra de Piazzolla. Lo saben todos los músicos del mundo, aún los más consagrados. En 1996 se unió al grupo Hugo César Asrin (contrabajo) y a principios de 2002 con la incorporación de Nicolás Guerschberg (piano), queda definitivamente conformada la formación como Quinteto, a la manera del ya legendario que atravesó y marcó casi toda la vida artística de Piazzolla, y que La Camorra asume no como una mera copia si no como su respetuosa manera de sentir y ejecutar esa música (la de Piazzolla), y ser a la vez el marco perfecto de sus propias inquietudes. Aquí está el primer y fascinante producto. Es un mix; entre notables temas de distintas épocas de Piazzolla, alternan sin miedo alguno, con coraje, encarnando su propio grito camorrero, creaciones de Luciano Jungman y Nicolás Guerschberg. Hay puro tango de punta a punta de este CD. Y quien esto escribe quiere agregar con enfásis, ¡y la mejor música de Buenos Aires!, capital de la Argentina y madre patria de una música que desde hace más de 100 años recorre el mundo con esas apenas cinco letras tan distintivas: tango.

El repertorio piazzollero abreva en distintas épocas. Milonga del Angel y Muerte del Angel pertenecen a una serie (del Angel) compuesta en los ’60. De entonces data el arreglo de Adiós Nonino (tema ya emblemático del Siglo XXI como lo fue para el tango La Cumparsita en el pasado Siglo XX), que contiene una cadenza inicial no apta para pianistas sin vuelo y sin talento y que muestra el presente y el enorme futuro que tiene Guerschberg como intèrprete. Los restantes temas de Piazzolla, esto es Camorra I y Contrabajísimo pertenecen a su último ciclo como compositor, en los ’80. Camorra I es un auténtico testamento tanguero, justamente de quien tanto fue criticado en la Argentina desde una absurda y caduca idea: “lo que hace no es tango”.

Piazzolla no escribía para su especial lucimiento como bandoneonista. Al contrario: si dio siempre tiempo y espacio para sus solistas (él incluido) fue en función de su música y de las formaciones que supo construír; en este caso el Quinteto. Nadie tiene una tarea menor frente a las partituras. Solía decir Roberto Di Filippo, cófrade y contemporáneo de Piazzolla, primero bandoneonista y exquisto intérprete del oboe después, que los conocimientos musicales de su amigo eran tan avanzados que los arreglos para el Quinteto hacian que su sonoridad llevara la idea de que el escenario estaban tocando no cinco si no veinte músicos. Es el gigantesco desafío que enfrenta ahora, y con éxito, La Camora.

Por fin, la gratísima revelación de Jungman (Camorra 2002, Limpia el salón que hay Milonga, Frenético, La noche del 20) y Guerschberg (Torres de Boedo, Fugando) como compositores ya de este siglo XXI.. Se insiste, es el grito camorrero de este grupo joven y talentoso, como decir “aquí está nuestra música, y la incluímos en el mismo CD donde tocamos temas de uno de nuestros máximos referentes, Astor Piazzolla”.
Fuente Natalio Gorin en Tango SigloXXI