domingo, 25 de octubre de 2009

Rafael Rojas

Rafael Rojas Rafael Rojas


Rafael Rojas Rafael Rojas


En este reportaje, Rafael Rojas, una de las estrellas del Segundo Festival Internacional de Tango “Euroargentino” de Madrid, 9 – 10 – 11 de octubre 2009, Círculo de Bellas Artes de Madrid, cuenta experiencias suyas al colega chileno Patricio de la Paz:
Cantar, vestirse y sentir como Carlos Gardel durante 22 años tenía que rendir frutos. Hoy, Rafael Rojas tiene lugar propio en uno de los mejores shows de tango de Buenos Aires. Cada noche, de traje oscuro y pelo a la gomina, personifica allí al zorzal criollo. Y lo hace en un teatro del Abasto, el mismo barrio donde el famoso cantante pasó su infancia. Rojas, llamado el Gardel chileno, está en su mejor momento. Y viene a nuestro país el 5 de septiembre para dejarlo bien claro.
La anécdota todavía lo hace reír. Y eso que ya han pasado años. Cinco, para ser exactos. Rafael Rojas (36) llevaba entonces unos meses como parte del show de La Esquina de Gardel, donde cantaba canciones del zorzal criollo. Con tal perfección y apego al original, que muchos en el público se iban molestos pensando que el artista doblaba. Que su esfuerzo era sólo mover la boca, mientras una cinta de Gardel ponía la voz. A Rojas eso ya se lo habían comentado los mozos del restaurante, pero pensó que le tomaban el pelo. Hasta que poco después la esposa de Juan Fabbri, dueño del local, le habló bien en serio: "Rafael, vas a tener que cantar a capela 'Mi Buenos Aires querido', para que la gente se convenza de que eres tú el que canta y que esto es en vivo". Rojas obedeció y los ánimos se tranquilizaron. Con pequeñas excepciones, claro.
"Un día, al final del espectáculo, un tipo me llama y me dice que él sabía que era yo quien cantaba, pero que nadie le sacaba de la cabeza que 'Mi Buenos Aires querido' era con la voz de Gardel. Yo le pregunté si de verdad creía que era Gardel quien cantaba. Me insistió que sí. Entonces yo le doy la mano y le digo: 'Mucho gusto, Carlos Gardel para servirle'", recuerda Rojas, sin poder contener las carcajadas. Carcajadas que suenan bastante más sueltas que esa voz profunda y de fraseo rápido con la cual ha cantado incansable, durante 22 años, los tangos que alguna vez entonó el Gardel verdadero.
Porque si bien Rafael Rojas tiene hoy un lugar protagónico en el show de La Esquina de Gardel -uno de los mejores espectáculos de tango de Buenos Aires, que se presentará el martes en Viña del Mar, y el 7, 8 y 9 de septiembre en el Teatro Teletón de Santiago-, llegar ahí no ha sido fácil. Ha dejado una buena cuota de sudor, lágrimas y tangos en el camino. Su historia para convertirse en el Gardel chileno ha tenido de todo un poco. Desde cantar rancheras con sus hermanos en Alemania, siendo apenas un niño, hasta atreverse con el tango por primera vez en Uruguay, a los 14 años y venciendo una timidez espantosa. Desde apariciones en cuanto programa de la televisión chilena se le cruzó en la ruta hasta veladas inolvidables en el Café Torres de Santiago. Esas donde Menem y Anthony Quinn lo aplaudieron a rabiar.

Rafael Rojas es el sexto de siete hermanos. Y aunque nació en Cerro Navia, en 1970, muy luego -tras el golpe militar- debió partir a Buenos Aires junto a su familia. Allí, pensando encontrar más calma, su padre trató de continuar su negocio de desabolladuría y mecánica automotriz. Poco le duraría. La llegada de los militares al gobierno argentino en 1976 los hizo arrancar otra vez. El destino fue Alemania. Mientras cargaban sus maletas rumbo a Europa, ninguno podía imaginar que gastarían allá casi ocho años de sus vidas.

En tierras germanas, la familia recordaba América Latina a través de la música. El padre, antes de partir, se había aperado con una buena colección de melodías que incluían desde boleros y rancheras hasta valses peruanos. Sus hijos no sólo se acostumbraron a escuchar esas canciones; muy pronto empezaron a cantarlas. Entre las cintas paternas estaban algunas de Carlos Gardel. Pero a Rafael no le llamaron especialmente la atención. Prefería los casetes de otros artistas que admiraba en ese entonces: Pedro Infante, Jorge Negrete, Javier Solís. Para flecharse con los tangos del zorzal criollo debían pasar unos años más. Y un nuevo cambio de domicilio.
A mediados de los 80, la familia se instaló en Montevideo. En Alemania, Rafael no sólo había dejado buenos recuerdos. También a su primera novia. "La separación fue dolorosa, y fue ahí cuando me fijé en los tangos, que te machacan la mente, hablan de desgarros y patadas al corazón. Fue un acercamiento emocional", recuerda. Pero de consuelo al alma, muy rápido los tangos pasaron a ser material de canto para este joven despechado a sus 14 años.
Ni Rojas entiende mucho cómo pasó: "Yo era muy vergonzoso para cantar, pero con los tangos perdí la vergüenza". Gardel, entonces, se tornó imprescindible. Como también el payador Héctor Umpiérrez, que fue el trampolín que un chico como Rojas necesitaba.
De hecho, Umpiérrez fue el que bautizó a Rafael Rojas como Rafael Rojas. Hasta entonces, y según su libreta de familia, el joven se llamaba Israel Esmar. Nombre y apellido muy complicados, según el payador. Umpiérrez se empecinó entonces en buscar un seudónimo. Y lo halló finalmente en el segundo nombre y segundo apellido del adolescente. Con eso claro, y varios tangos de Gardel aprendidos de memoria, Rojas -ex Esmar- se paseó junto al payador por programas de televisión, por la radio y por pequeños bares donde se fue haciendo un nombre. Su nuevo nombre.
Lo del look gardeliano es cuento aparte. Y pura coincidencia, como repite Rojas hasta el cansancio. "Todas las cosas pasaron al mismo tiempo: empiezo a cantar tango, empiezo a usar gomina -pues mi pelo es muy rebelde, y la gomina estaba de moda en Uruguay-, conozco al payador y comienzo a ir a la televisión.
¡Todo eso sin haber visto nunca a Gardel en películas! Sólo por fotos. Por eso a mí me daba rabia cuando caminaba y la gente me decía que lo hacía igual que Gardel. Lo mismo cuando fumaba un cigarrillo. O sonreía". Pero no había vuelta atrás. Intencional o no, Rojas cantaba y se movía idéntico al zorzal criollo. Había nacido el Gardel chileno. Fuente Por Patricio De la Paz y Fotos Ramiro Souto nota publicada en el suplemento de cultura de www.clublatercera.cl de Chile