sábado, 23 de enero de 2016

Guitarra en el tango


GUITARRA. Instrumento de seis cuerdas de percusión punteada con caja acústica de madera de fondo plano.
Originaria de la Edad Media, en sus formas definitivas fue introducida en el Río de la Plata por los colonizadores españoles identificándose profundamente con la naturaleza espiritual de nuestro hombre de campo.
Desde los recintos fronterizos de las ciudades llegó al tango, formando parte de las primitivas combinaciones instrumentales como sección rítmica.


Apolinario Aldana, Eusebio Aspiazú, Justo Tomás Morales, Feliciano Herrera, Gabino Nava, Pancho Romero y otros animaron la más antigua generación de guitarristas tangueros, cuya primera figura fue Luciano Ríos elemento destacado de los tríos y cuartetos dirigidos por Maglio y por Santa Cruz.
Luego de 1912 las mayores posibilidades de conducción orquestal del piano fueron desplazándola, quedando de pequeña integración en una línea interpretativa de tango intimista o de cámara y para acompañamiento de solistas vocales, o como timbre insustituible junto al bandoneón solo; tal su cometido, por ejemplo, en los conjuntos de Ciríaco Ortiz y de Aníbal Troilo.

Otra faz de su larga y fecunda vigencia en el tango, correspondió al acompañamiento de cantores solistas, destacándose entre sus cultores Enrique Maciel, José María Aguilar, Rosendo Pesoa, Rafael Iriarte, Manuel Parada, Horacio Pettorossi, Alfonso Pisera, los hermanos Remersaro, Julio Vivas, Diego Centeno, Oscar Alemán, Máximo Barbieri, Roberto Grela, Mario Núñez, Aníbal Arias, Ernesto Báez, muchos de los cuales contribuyeron decisivamente a la evolución estética del instrumento como solistas o en pequeños conjuntos.

Alcanzaron calidades creadoras en este aspecto la participación de Alemán en el Trío Víctor, el dúo Iriarte- Pessoa y el conjunto de Grela —intérprete exquisito y forjador indiscutido de toda una escuela guitarrística marcadamente influida por la proximidad del bandoneón e instrumentalmente caracterizada por el empleo de una púa de carey para la pulsación del cordaje—.

Posteriormente a 1960, una inesperada perspectiva se abrió en el campo del solo de guitarra "a cappella" con el advenimiento de Aníbal Arias, Osvaldo Avena, Cacho Tirao y muy especialmente con la obra de Agustín Carlevaro. Un importante repertorio de composiciones cantables e instrumentales glosa o exalta la honda presencia de la guitarra como dimensión del tango. Mi vieja viola de Frías y Correa (Vieja viola garufera y vibradora / de mis horas de parranda y copetín . . .); Guitarra que llora de Oscar Alemán, La bordona de Emilio Balcarce, etcétera
Por Horacio Ferrer
Editado y compaginado para la web por El tango y sus invitados.