domingo, 29 de marzo de 2009

Maria Martha Serra Lima

Maria Martha Serra LimaMaria Martha Serra Lima

Maria Martha Serra LimaMaria Martha Serra Lima

Maria Martha Serra LimaMaria Martha Serra Lima


Si en Mar del Plata los rayos de sol se agotaran habría que ir a reclamarle a la señora María Martha Serra Lima, que ahí viene con su bronceado Rubén Rada. El color refresca la teoría de un diseñador —muy de moda— que a propósito del verano y los ombligos al aire, dice algo así como que los gordos toman sol para borronear los contornos, tender a la oscuridad y parecer más flacos. Equivale a llevar ropa negra, que afina, se sabe, pero las 24 horas. No es la mejor manera de encarar el avatar periodístico, pero aquí estamos preguntándole a la cantante si es o no es verdad. "En mi caso es falso. Fijate que yo salgo de blanco a los shows. Con el bronceado, mi meta no es parecer más flaca sino evitar el maquillaje".

Este mes cumplís 30 años de trayectoria. Revisando el archivo se puede observar que a lo largo de tu carrera hablaste tanto de música como de la cuestión de peso. ¿Es difícil ser gordo en el mundo del espectáculo?

Es un desafío increíble. Por eso le estoy inmensamente agradecida al público que en vez de decir ay, por favor, saquen de acá a esa gorda, siempre me perdonó lo físico y se enamoró de mi voz. Cuando empecé, tenía todas las de perder. Fui a ver al dueño de una grabadora y me dijo: "Tenés una voz divina, pero antes de apostar a vos deberías bajar de peso". No volví. Yo sabía que no era sexy, pero Ella Fitzgerald tampoco lo era y la gente respetaba su talento.

¿Y cuáles crees que son tus armas de seducción?

La voz. Mi voz cantando.

O sea que no podrían haber candidatos sordos.

Ojo, yo tuve éxito con los hombres. Fijate que me pinto, estoy siempre arreglada, prolijita. No soy una gorda abandonada... Pero primero (sonríe) tiene que gustarte mi voz.

El embrujo tramposo de los locutores...

Quizás. Y no sólo eso: mi tercer marido dice que yo tengo la capacidad de trasmitir mucha paz.

Bueno, pero un día bajaste cincuenta y pico de kilos. ¿Tenías ganas de seducir desde otro lado?

Sesenta y siete kilos en un año y pico bajé. Me saqué una persona de encima. Cuando lo hice ya estaba casada con mi marido, mi ex —aclara—, Horacio, mi tercer ex. De todos modos —oscurece—, es como que sigue siendo un marido. El siempre está acá conmigo. Me conoce más que yo misma. ¡En qué estaba? Ah, el régimen terminó en el 2001. Pesaba 160 kilos, bajé, después subí 20 kilos. Me enfermé.

¿Bulimia?

No. Me provoqué una anorexia. Engañaba al médico. No comía nada o nunca pasaba de las 700 calorías diarias. Sólo acelga comía. Ahora estoy mejor, pero todo lo que como es con culpa.

¿Fuiste flaca alguna vez?

A los 11 años me tenían que dar inyecciones para subir de peso. Tontos de mis padres que ignoraron que en la familia estaba el gen de la gordura... Ahí empecé una escalada tremenda que me mortificó mucho. Yo amo la estética.

Cuándo aldelgazaste te cambió la figura. ¿Y con la voz qué pasó?

Mejoró un montón. Tenía más espacio para respirar.

Si esta fuera tu última nota, ¿admitirías que el famoso affaire con Sandro fue una simpática farsa mediática?

No.

¿Qué dirías?

Qué sé yo. A esta altura me cuesta saber qué fue verdad y que no.

¿Inventaste mucho?

¡Ustedes inventaron! Nosotros fuimos muy discretos. Sintonizamos muy bien porque él era sencillo. Don Sánchez, le decía yo. Fue lindo, pero se terminó cuando conocí a mi segundo marido. Me gustaba más. Sandro nunca me pareció pintón.

Vos te casaste virgen. ¿Para Sandro también fuiste una mujer difícil?

Nunca fui de tener relaciones en la primera, segunda o tercer salida. Había que conquistarme. Nosotros hablábamos cinco horas por teléfono... Sandro fue una ilusión muy grande.

Pasemos a la música. ¿Por qué vos y casi nadie más canta boleros en la Argentina?

Al bolero se llega cuando sos más grande. Para entender al bolero hay que aprender a sufrir.

¿Eso no es con el tango?: sufrir, amar, partir?

El tango y el bolero son lo mismo.

Sin embargo aparecen nuevas generaciones de tangueros. ¿Con el bolero qué pasa?

El tango está fuerte en el baile. Con el bolero, es verdad, no pasa nada salvo Luis Miguel que la pegó un rato y no es argentino. Acá si no lo hago yo, el bolero se muere.

Cuando empezaste tu carrera comparaban tu voz con la de Janis Joplin.

A mí no me parecía. El rock no me gusta. Los Beatles no me gustaron nunca con las drogas y todo ese mensaje... Nunca fueron un buen ejemplo para la juventud. Sí rescato a Elvis.

Pero murió de sobredosis

Fue el inventor. El resto del rock, casi todo, es una payasada de drogas y excitación (dice lo que dice y se queda como colgada de un pensamiento culposo). Ahora que hablamos de rock, hay un chico que me sigue y escucha mis discos. Pipy (sic) de Insaciables (¡sic!).

¿No será Pity, de Intoxicados?

Sí, Pity (Alvarez). Es un dulce, un divino. Fue a verme y me llevó un ramo de flores, pero le dio vergüenza dármelo y se fue.

¿Y cómo lo sabés?

Me lo lo contó en un mail.
Fuente: Reportaje en el diario Clarin por Hernan Firpo el 14 de enero de 2007