sábado, 14 de febrero de 2009

Alfredo Sadel

Alfredo SadelAlfredo Sadel



Alfredo Sánchez Luna, conocido como Alfredo Sadel. (22 de febrero de 1930, Caracas, Venezuela - 28 de junio de 1989). Cantante popular y lírico venezolano.

Considerado por muchos como el cantante popular y lírico más importante en la historia musical de Venezuela. Con varios monumentos a su nombre, tales como la Plaza Alfredo Sadel en la ciudad de Caracas, fue llamado el «tenor favorito de Venezuela» y reconocido siempre porsu nombre artístico, Alfredo Sadel.

Realizó estudios primarios hasta 1944 cuando se vio en la necesidad de abandonar el Colegio Salesiano de Caracas, debido a los problemas económicos que afrontaba su familia. El padre Calderón y el Padre Sidi, se hicieron cargo de su instrucción musical educando su voz natural -un diamante en bruto aun sin pulir- y de darle lecciones de actuación escénica.

El niño provenía de un hogar infeliz por la irresponsabilidad y abandono de su padre, que dejó regados cerca de 50 hijos en la región. Su infancia fue triste y solitaria además de llena de privaciones, a cargo solo de la madre.

El padre, ebrio y autoritario, le hacía cantar las canciones de moda, lo que curiosamente fue una ventaja para el artista. “Aprendí a amar estas canciones -diría posteriormente- de Juan Arvizu, Imperio Argentina y las que cantaba el mismo Agustín Lara, que encerraban un mundo tan grande para mi”.

Su debut como ‘cantante’ se dio en la Catedral de Caracas, cantando el Ave María e impresionando a quienes lo escucharon. Diversos mecenas ayudaron a su formación que empezó en la Escuela Superior de Música de Caracas y continuó a lo largo de su vida en México, Nueva York, Buenos Aires, Barcelona (España), Salzburgo y Milán e incluían solfeo, piano, armonía y composición.

A la edad de 16 años debuta como cantante en Radio Caracas Televisión, donde a pesar de estudiar canto por espacio de tres meses fue finalmente rechazado.

Otras habilidades del joven Sánchez fueron el dibujo y la pintura, y caricaturas suyas fueron publicadas por el diario La Esfera y la revista Fantoches. Posteriormente trabajó en la agencia publicitaria Mc-Cann Erickson, y con este ingreso ayudaría en algo a la situación de su hogar.

Gracias a esto Alfredo pudo pagar la grabación de su primer disco de 78 RPM, por una cara el bolero Desesperación y por la otra, el pasodoble El Diamante Negro, dedicado al torero Luis Sánchez, amigo del cantante quien también alguna vez quiso hacerse matador e inclusive toreó en varias oportunidades.

Fue por aquellos días que sus amigos le aconsejaron cambiar su nombre porque ya se conocían en el medio un Alci y un Alex Sánchez. Tomó la primera sílaba de su apellido SA y le agregó DEL, última sílaba del apellido de su ídolo: Carlos Gardel.

Ingresa en agosto de 1947 al programa «Caravana Camel» que transmitía Radiodifusora Venezuela. En 1948, el pasodoble Diamante Negro, primer disco de fabricación nacional, constituyó un éxito de ventas (vendió 20 mil copias en un mercado donde tales cifras superaban cualquier expectativa) y el inicio de una ascendente trayectoria musical. Vendrían después las primeras grabaciones, Desesperanza y Caribe, de la compositora María Luisa Escobar, Lloraste ayer, de Jacobo Erder y Anoche te amé, de René Rojas, junto con No te puedo querer, que conociéramos en versión de Juan Legido, El Gitano Señorón. Con los boleros «Son dos palabras» y «Desesperanza» —esta última declarada canción del año en 1949— se define su condición de bolerista de marcada ascendencia popular.

Comienza a codearse con figuras prominentes de la época, su compatriota Mario Suárez, el boliviano Raúl Shaw Moreno y el chileno Antonio Prieto, quienes dominaban el ambiente musical junto con los boleros de Los Tres Reyes y la Voz de la Ternura, la puertorriqueña Virginia López.

En 1950 el cine lo llamó pronto y participó en producciones como “A La Habana me voy”, con los cubanos Blanquita Amaro, Otto Sirgo y el argentino Tito Luisiardo. En 1951, como consecuencia de su creciente popularidad se produce su estreno en el cine, al protagonizar el film Flor del campo, producción con música, argumento y elenco totalmente venezolanos.

En 1952, viaja a los Estados Unidos para realizar varias presentaciones; actuando al año siguiente en el Chateau Madrid de Nueva York, acompañado por la orquesta de Aldemaro Romero, durante 13 semanas seguidas, estableciendo un récord. Debuta en el teatro Jefferson de Nueva York, y a partir de ese momento comienza su popularidad en los Estados Unidos. Actúa en el “Ed Sullivan Show”, el “Colgate Comedy Hour” y en “Chance of a lifetime”, todos programas topes de la TV americana y que se veían de costa a costa en EEUU. Alfredo Sadel es considerado por la prensa de ese país, “El artista latino más popular de la TV norteamericana”.

En 1954, con motivo de la inauguración del Salón Naiguatá del hotel Tamanaco, se presentó Sadel como el gran atractivo en la Caracas de la época. Luego de esto realiza giras por el Caribe. En 1955 debuta en La Habana y la isla entera se rinde a sus pies. La TV cubana le ofreció conducir su propio programa, el cual años más tarde se adueña totalmente de la sintonía. Ese mismo año graba Mi canción, primer disco de 12 pulgadas de larga duración en la discografía latinoamericana con el sello RCA Víctor. Sadel compartió su carrera como cantante con la actividad sindical, promoviendo en 1947 la fundación de la Asociación Venezolana de Artistas de la Escena.

En 1958, regresa a los Estados Unidos contratado por la Metro Goldwyn Meyer para sustituir a Mario Lanza, convirtiéndose en el primer venezolano que trabaja en Hollywood, sin embargo permaneció un año recibiendo sueldo y al no serle asignado ningún papel, se fue a México donde sus discos lo habían hecho conocido. En 1956 participa en el cine en las películas “El Ratón”, al lado de Raúl ‘Ratón’ Macías y “Tu y la mentira”, con Miguel Aceves Mejía y Evangelina Elizondo.

Ese mismo año se traslada de nuevo a Cuba donde el amo era el chileno Lucho Gatica. El musicólogo César Miguel Rondón dice de esos días: “graba discos, se presenta en televisión y su fotografía aparece con elogios en casi todas las revistas y publicaciones de la isla. Se llama Alfredo Sadel miembro legítimo de toda la pompa y la euforia farandulera que conoció el continente por aquella época”. Su paso por la isla quedó registrado en dos grabaciones hechas en épocas distintas y entre otras bellas melodías incluyó Lágrimas negras de Miguel Matamoros, Noche azul, de Ernesto Lecuona y Si me pudieras querer, de Ignacio Villa, Bola de Nieve.

En Cuba se le manifiestan unos nódulos en la garganta que resultaron ser benignos. Su curación la atribuyó a un milagro de Fray José de Guadalupe Mojica, a quien llamaba su benefactor. Regresó en 1960 a México donde interviene en “Tres balas perdidas” junto a Javier Solís, Elvira Quintana, María Victoria y Julio Aldama. Se vuelve a reunir con Aceves Mejía en “El buena suerte”, con la abuelita del cine mexicano Doña Sara García y de nuevo con Solís y Aldama, en “En cada feria un amor”. Otro film donde participa es en “Un Venezolano en México”.

Su carrera en el cine termina con “Martín Santos, el llanero”, coproducción México-Venezolana con música de Juan Vicente Torrealba y Chelique Sarabia, de nuevo con Aceves Mejía, famoso por su falsete y su mechón de pelo blanco. En ella Sadel interpreta Di, tema de gran belleza en que despliega su formidable voz; también aparecen Lorena Velásquez y Adilia Castillo, el jilguero de Venezuela, muy recordada por el Golpe Tocuyano.

En 1961, se produce el gran salto de Sadel hacia el canto lírico con la zarzuela Los gavilanes, presentada en el Teatro Nacional de Caracas; ese mismo año se va estudiar a Milán con el fin de perfeccionar su calidad vocal, hecho que fue visto en algunos sectores como el abandono de sus raíces populares. En este nuevo período de su vida artística participó en el Carnegie Hall de Nueva York en el estreno de la ópera cubana Cecilia Valdez, tras lo cual emprendió giras para presentar Rigoleto, El amigo Fritz, El barbero de Sevilla, Carmen, Don Carlos, Lucía, Tosca, La Bohéme, El buque fantasma, Don Pascuale, etc., por toda América, además de Alemania, Belgrado, Hungría, Suiza, España y la Unión Soviética (1967 y 1968), convirtiéndose en el primer cantante lírico venezolano en llegar a Siberia y a otras 14 naciones. En Lima, Alfredo Sadel y Doña Pepita Embil protagonizaron lo que los peruanos calificaron como las temporadas de zarzuelas más exitosas que se hayan realizado en ese país.

En 1977, en un intento por institucionalizar la ópera en Venezuela, organiza una gran temporada en la Universidad Central de Venezuela, que se extiende a otras ciudades del país; participando también en temporadas de zarzuela en el teatro Nacional.

El pueblo sin embargo nunca lo olvidó y sus versiones de Humanidad, Vereda tropical, Incertidumbre, El cumaco de San Juan, El guarapo, Dominó, Cuenta mi alma, Desvelo de amor, Congoja, No te importe saber, Granada, Siempre te vas, Aquellos ojos verdes, Lágrimas (del colombiano Alvaro Dalmar) y sus versiones irrepetibles de Ansiedad y Madrigal (de Felipe Rosario Goyco, Don Felo), un amplio espectro que va desde el bolero hasta lo folclórico pasando por lo clásico, continuaron escuchándose —y aun se oyen—, en muchas radio estaciones de nuestra América.

En 1978 volvió a Cuba recibiendo homenajes apoteósicos que lo animaron a grabar de nuevo música popular, entre ella un L.P. con música de Los Panchos y otro en que rendía su tributo al Morocho del Abasto, Carlos Gardel.

Se radicó en Nueva York desde 1985 y viajó bastante desde entonces a Caracas y Colombia, especialmente a Medellín, donde decía sentir con agrado el gran cariño tributado por su gente. Cuando más feliz estaba por la posibilidad de presentarse en el Metropolitan Opera de Nueva York, su salud empezó a deteriorarse. Se encontraba realizando presentaciones en Cali, Colombia, cuando debió viajar de urgencia a Caracas el 31 de diciembre de 1988. En 1988 y 1989 se presenta en el teatro Teresa Carreño junto con la Orquesta Sinfónica Venezuela en conciertos que marcaron su despedida.

Hizo dúos estupendos, entre ellos con la soprano Alba Marina y otro con Beny Moré, el Bárbaro del Ritmo, que ocupa lugar preferencial entre los coleccionistas latinoamericanos, particularmente su versión de Alma libre.

Destacó como compositor, debiéndose a su inspiración innumerables piezas como Yo no te engañé, Son dos palabras, Otra rosa, El hombre de hierro, Golondrinas del tiempo, Quiero a Maracaibo, Razonando, razonando y decenas más.

En total Alfredo Sadel, grabó más de 2.000 canciones recogidas en cerca de 200 discos de 78 RPM y unos 130 larga duración editados en diversos países; la Fundación que lleva su nombre lo está recopilando en discos con tecnología digital, en un serie denominada Documentos Alfredo Sadel, de modo que su voz y su memoria estén siempre presentes en el acervo cultural venezolano.

Sadel obtuvo grandes logros en su carrera de cantante lírico a nivel mundial. A pesar de los éxitos en el ambiente lírico, nunca se apartó de la música popular.

Alfredo Sadel murió el 28 de junio de 1989.