Esta pagina ha sido creada para difundir y hacer conocer nuestra música ciudadana "El TANGO" y sus artistas.
Compartimos el lugar con otros géneros, debido a que toda la música es arte, placer y ......
Aquellos que gusten de estos últimos y no conozcan el Tango, lo descubrirán y posiblemente lo empezaran a disfrutar.
lunes, 15 de diciembre de 2008
Nina Miranda
MIRANDA, Nina(Nombre de familia: Nelly María Hunter). Cancionista. Autora. Surgió a la popularidad integrando en Montevideo la orquesta de Donato Racciati, con la cual en múltiples actuaciones y grabaciones para el sello Sondor logró resonantes éxitos populares en sus realizaciones de los tangos Maula, Vencida y Tu corazón. A partir de 1953 se radicó en Buenos Aires, donde se presentó como solista acompañada en sus incursiones radiales y fonográficas enOdeón por la orquesta dirigida por Graciano Gómez. Intérprete de sobria modalidad, fue además autora del tango Canción para mi amor.
Fuente Horacio Ferrer
Reportaje a Nina Miranda por Ricardo Garcia Blaya
Cancionista y compositora(8 de noviembre de 1925) Nombre real: Nelly María Hunter-La llamé por teléfono con el temor que no me diera "boliya". Algún amigo me había advertido que no daba reportajes, que no quería hablar de su trayectoria. Pero ocurrió todo lo contrario. Me presenté, le hablé de la admiración que sentiamos por ella, de lo importante que sería tener su testimonio en Todo Tango y enseguida aceptó y me invitó a su casa en Floresta Norte. Allí fuimos, con mi amigo Pinsón, provisto de un grabador y con cien preguntas para hacerle. Hablar con Nina, a mi criterio la mejor cancionista que nos dio el Uruguay, fue un verdadero privilegio. Esta dama, que en los años 50, cautivó con su canto las dos riberas del Río de la Plata. Dueña de una impostación natural, una voz cristalina, un fraseo suave y expresivo, no tuvo la suerte de tener un acompañamiento acorde a su calidad. No obstante, sus grabaciones tienen el encanto de su fina sensibilidad, de su afinación perfecta, de una personalidad promisoria. Fresca, espontánea, morocha de ojos llamativos color gris-verde, contaba con aquello que nace de la cuna, que no se aprende en ninguna academia, que se tiene o no se tiene. Lamentablemente, por amor a su marido y a su pedido, dejó tempranamente su carrera y así se frustró la que podría haber sido, la gran estrella del tango de la segunda parte del siglo XX.
A mi siempre me gustó cantar. Escuchen esta anécdota: mi mamá era muy católica, devota del Sagrado Corazón de Jesús e iba siempre a misa. Un día me llevó a la iglesia, tenía apenas tres años y yo de pronto me pongo a cantar "Pato, te peinás a la gomina....", hasta que me taparon la boca. Claro, en mi casa se escuchaba mucho la radio y el tango estaba siempre presente y se ve que me pegó esa letra. «A mamá le gustaban Irusta y Corsini, además de Gardel y Mercedes Simone. También la música española e Imperio Argentina. «Mis padres se mudaban seguido, pero mi adolescencia la pasé en la misma casa en el barrio Cerrito de la Victoria, en la calle Bruno Méndez 3463. Una vez estaba cantando mientras regaba en el jardín. En eso pasa el padre de una compañera de colegio que era actor de radioteatro y me dice: "¿Así que eras vos la que canta? Lo hacés bien. Tenés que presentarte en algún concurso". Le contesté que era muy chica. Bastante tiempo después se repitió la escena. Miren que memoria, me acuerdo que estaba cantando el vals de Salgán y Carmelo Volpe "A una mujer" (aquí Nina canturrea unos versos). Y apareció el mismo señor y esta vez acepté. Me presenté y gané un concurso que organizaban los Hermanos Dante en la radio. Los días de actuación papá me llevaba a las nueve de la noche, volvía a casa, se acostaba y ponía el despertador a la una para ir a buscarme. ¡Ah! Ya era Nina Miranda. Resulta que a los 13 años fui con mamá al cine a ver "Puerta cerrada", película donde actuaban Libertad Lamarque y Agustín Irusta. Ella hacía el personaje de una cancionista y se llamaba Nina Miranda. A la salida le dije a mi madre, con total seguridad: "El día que yo sea artista, me voy a llamar así".Más tarde, en 1942, gané otro concurso en CX 36 Radio Centenario. El premio era un contrato de tres meses. Alguien me escuchó y me llegó una apropuesta para cantar en una orquesta de señoritas que actuaba en todos lados. Se llamaba "Las Golondrinas" y la dirigía Teresita Añón. Teniamos un repertorio popular, con tangos, milongas y valsecitos. De inmediato hicimos una gira por el sur de Brasil, hasta Porto Alegre. Con el tiempo, otra a San Pablo, con Hilda Sorondo como directora, donde estuvimos seis meses en la boite Okey, que aún existe. En Montevideo nos presentábamos en el Café Palace, que estaba abajo del Palacio Salvo, donde siempre actuaban orquestas de señoritas.Después pasé por varias formaciones. Estuve con Francisco Reinares, Emilio Pellejero, Roberto Luratti, pero sin llegar al disco. Mis primeras grabaciones fueron con Juan Cao. Allí hice dúos con Alberto Bianchi, bastante mayor que yo, quien me ayudó mucho. Me fui haciendo conocer y, en 1948, hice una temporada en el show del Hotel Rambla, con la orquesta de Pellejero, compartiendo la cartelera con Eduardo Adrián, una encantadora persona.
Cantando con Donato Racciatti
¿Cómo llegué a la orquesta de Donato Racciatti? Era 1952 y yo andaba con bronca por la muerte de mi mamá y tenía ganas de irme. Me enteré que mi colega uruguayo Roberto Famá se iba de gira a Brasil. Entonces junté unos recortes publicados sobre mí, con la pretensión que pudiera conseguirme algo en ese país. Como sabía que estaba grabando en Sondor, lo fui a buscar. Mientras esperaba sale de un estudio el director Juan Esteban Martínez, "Pirincho". Se sorprendió al verme y me dijo: "Mirá Negra, llegás justo, aquí hay una mina que me la pusieron y no da pie con bola... ¿Te animás a cantar "Maula"?" Le contesté que nunca lo había hecho. "¡Qué importa. Si vos tenés un oido bárbaro! Te aprendés la música y cantás con la letra adelante". El asunto fue que en 40 minutos lo grabé. Fue un éxito notable. No hubo radio donde no se pasara todos los días, varias veces. A raíz de la repercusión del disco, me llama Racciatti para intervenir en el sainete "Tu cuna fue un conventillo", en el Teatro 18 de Julio. Era para un mes y estuvimos seis. Tuve un éxito arrollador. Allí canté "Maula" y estrené "Tu corazón" y tuve mucho éxito con "De tardecita", que a mí no me convencía. El repertorio lo elegía Racciatti.. Con "Mano a mano" nació la ocurrencia de hacer un agregado a la letra, para que la mujer le conteste al hombre.
De eso se encargó Humberto Correa, el autor de "Mi vieja viola". La grabación la hice con el cantor Roberto Líster, pero en el sello se equivocaron y en la etiqueta del disco figuran Carlos Roldán y Olga Delgrossi. Con Olguita somos muy amigas y me confesó que se cansó de repetir que no era ella que cantaba. En Montevideo grabé con Carlitos Roldán un tema dedicado al fútbol: "Los dos grandes", que estaba referido al Club Nacional, mi equipo, y a Peñarol. También doblé para el cine una película uruguaya en la que no actué, pero en el reparto decía: "La voz en las canciones: Nina Miranda". En la Argentina grabé el tango "La tigra", pero en la película del mismo nombre, la que dobla la voz de la actirz Diana Maggi es María Esther Casas.En el año 1955 me vine a Buenos Aires para ampliar mi horizonte artístico. En aquel entonces el periodista Augusto Bonardo, que estaba exlilado en Montevideo, era el director de Radio El Espectador y me dio contactos para mi viaje. Llegué en el mes de agosto, entrando por San Pablo, ya que el gobierno argentino había cerrado la frontera con Uruguay. Me contrató Radio Belgrano y el sello Odeon. Lo primero que hice fue grabar 14 temas con la orquesta dirigida por Graciano Gómez. En la radio, durante tres meses, me presenté los lunes y los miércoles con la orquesta de Lucio Demare. Al poco tiempo cayó Perón, se abrió la frontera y comencé a ir y venir en hidroavión para presentarme en Radio El Espectador con el sexteto de Oldimar Cáceres. De Graciano Gómez me separé después de una gira por el norte de Argentina, con la cual llegamos hasta Salta, por un problema de cartel. Más adelante hice otra gira, pero con la orquesta conducida por Héctor Norton. Luego continué, hasta 1958, con mi propia formación dirigida por Alberto Córdoba, con quien hice mis últimas grabaciones. Ya había decidido retirarme. En realidad lo decidió mi esposo, con quien me casé el 11 de octubre de 1957, él no quiso que continuara: "¿Para qué? Si no te va a faltar nada." Yo estaba muy enamorada.Escribí una letra, dedicada a mi marido, titulada "No importa lo que digan". Con ella fui a ver a Néstor D'Alessandro ,quien tenía, a su vez, un tango instrumental sin estrenar con el título "No hagas caso de la gente". La letra fue compatible con la música y quedó el título propuesto por D'Alessandro. También compuse el tango "Canción para mi amor", llevado al pentagrama por un músico de la Editorial Korn, con letra de Abel Aznar, que también grabó la estrella colombiana Mirta Pérez. Ando bien, hace más de cuarenta años que no canto. Pero nos confiesa que está vocalizando con Héctor De Rosas, el motivo: hay un proyecto, en Uruguay, de grabar junto a Olga Delgrossi y Oscar Nelson. Si me veo bien voy a aceptar. De las cancionistas me gustaban Mercedes Simone y Libertad Lamarque. Nunca me gustó Azucena Maizani. En 1999 se hizo un homenaje a Racciatti en Uruguay y cuando me nombraron el público se puso de pie y comenzó a pedir que cantara. Fue en el Teatro del SODRE. Yo estaba con mi marido quien me dijo "Parate y decí algo". Lo hice, y me disculpé, pero la insistencia del público y de Donato me obligaron a subir al escenario. Dije que iba a cantar un fragmento de "Maula", pero lo canté entero y me salió bárbaro. Me emocioné mucho. Allí realmente tomé conciencia de lo que había llegado a ser para la gente. «¿Les dije que nunca estudié, que nunca vocalicé? Nada de nada, todo natural.Fuente Todo Tango. www.todotango.com
Despues de 50 años Nina Miranda ha vuelta a actuar, despues del fallecimiento de su eposo.
En la actualidad Nina Miranda, Maria de La Fuente y Elsa Rivas estan presentando un espectaculo, con gran exito.
Elsa Rivas, Maria de La Fuente y Nina Miranda
Nina Miranda, Elsa Rivas, y Maria de la Fuente
Nota de Pagina 12 sobre la presentacion por Carlos Bevilacqua
“Ahora somos como hermanas”
En la década del ’50 ganaron prestigio como cancionistas, fogueándose en las principales radios porteñas. Pero después, por diferentes motivos, desaparecieron de la escena pública. Un emotivo espectáculo las rescata: El retorno de las cancionistas.
Están más allá de esa coquetería femenina que elude informar la edad. Elsa Rivas (82), María de la Fuente (91) y Nina Miranda (82) saben que manteniéndose vitales el dato suma méritos. No sólo se muestran afables con el cronista (a quien convidan una porción de budín casero preparado por María) sino que vienen de cautivar con sus voces a una multitud, como en los viejos tiempos, en el Festival de Tango de La Falda (Córdoba). Allí actuaron por primera vez juntas en El retorno de las cancionistas, un emotivo espectáculo que tendrá su segunda versión hoy a las 20 en Harrods (Florida 877) como parte del Buenos Aires 10º Festival de Tango.
Aunque sus nombres hoy no resuenen tanto como otros, las tres llegaron a ser cotizadas figuras del tango en la década del ’50. Elsa integró la orquesta de Ricardo Tanturi, grabó con Leopoldo Federico y tuvo sus propios emprendimientos solistas. María arrancó cantando en un cuarteto vocal femenino, registró tangos y boleros para el sello Odeón y fue la primera cantante argentina en actuar en Japón (con Juan Canaro en 1954). Nina, uruguaya, brilló en la vecina orilla con la orquesta de Donato Racciatti, pero apenas quiso probar suerte en Buenos Aires conoció a un empresario con quien al poco tiempo se casó. El le pidió que dejara su carrera artística y ella accedió, retirándose a los 32 años con un futuro promisorio. Durante la charla, Nina confesará escuetamente haberse arrepentido de esa decisión, pero prefiere hablar del presente: “Volví a cantar en 2004 porque me quedé sola y una amiga me lo recomendó mucho. Tenía todos los temores de una debutante, no podía ni sostener el micrófono de tanto que me temblaban las manos. Además tuve que vocalizar mucho para recuperar la voz”. Más allá de estas particularidades, Elsa, María y Nina tienen varios rasgos en común: se foguearon en las principales radios porteñas, a partir de voces privilegiadas desarrollaron estilos más bien enérgicos, pero siempre ajustados al sonido orquestal y, por diferentes razones, a partir de los ‘60 sus carreras no tuvieron la continuidad que merecían. Así y todo, todavía hoy conmueven por condiciones vocales y dotes interpretativas.
Los repertorios que abordarán esta noche por separado condensan los que las caracterizaron en el período de esplendor. “Besos brujos” (caballito de batalla de Libertad Lamarque), “Pa’ que sientas lo que siento” (ranchera llevada a tiempo de tango) y el vals “El solitario” son los temas que seleccionó Elsa. María se tomará una licencia folklórica con “Los ejes de mi carreta”, pero cumplirá con la tribuna al interpretar “Fuimos” y “La Cumparsita”, ese himno tanguero con el que causó furor en la gira japonesa. Nina, por su parte, mostrará sus virtudes más reconocidas a través de “Maula” (su mayor hit), “Tu corazón” y “Garufa”, uno de los tangos a los que se animó a cambiarles sutilmente la letra. Planean despedirse juntas con el oportuno “Cantando”, de Mercedes Simone. “Siempre me gustaron los tangos que dicen”, explica Elsa respecto del criterio para elegir las piezas. Nina coincide: “Elijo tangos fuertes, con letras que no sean lavadas”. María lo relaciona con el perfil del intérprete: “Cada cual tiene su temperamento y pienso que elegimos las canciones que mejor transmiten lo que nosotras sentimos”. Elsa y Nina estarán acompañadas por las guitarras de los hermanos Rivas; María, en cambio, sólo por el pianista Néstor Schiavone. Como aperitivos de los minishows individuales, se proyectarán tres breves videos documentales sobre cada cancionista.
La admiración mutua que se profesan y una serie de valores compartidos facilitaron la impensada reunión. “Nos conocíamos muy de pasada, recién ahora nos tratamos más y siento que somos como hermanas”, compara emocionada María. “Se formó un grupo muy lindo –coincide Nina–, muy homogéneo, sin egoísmos.” Todas celebran el reencuentro con el público, ese que María define como “el soberano” y que Elsa ve como “el capital más grande que tenemos los intérpretes, porque el dinero como viene se va”.
A la hora de señalar referentes históricos, surgen nombres previsibles (Azucena Maizani, Sabina Olmos, Nelly Omar, Ada y Adelma Falcón), pero es el de Libertad Lamarque el que evoca en Nina una historia profética. “A los 13 años quedé extasiada con la película Puerta cerrada, en la que Libertad Lamarque interpretaba a Nina Miranda, una vedette que al casarse deja su carrera. Me gustó tanto su trabajo en esa cinta que decidí tomar el nombre del personaje como nombre artístico en caso de poder cantar profesionalmente. Y la historia se repitió, pero en la vida real.”
El verbo trascender aparece varias veces en boca de María de la Fuente, sobre todo como uno de los mandatos que el género impone a los cantantes. “No alcanza con una buena voz, es indispensable saber interpretar la letra para poder transmitir lo que escribió el poeta”, dictamina en un fallo difícil de apelar. “No se puede tomar una letra y cantarla así nomás”, la apoya Nina, quien como buena charrúa agrega: “Y hay que poner corazón, hay que poner garra”. Ante tanta convicción ideológica, la tentación es irresistible: ¿qué opinarán estas venerables damas de la canción sobre las nuevas intérpretes? María toma aire como quien se prepara para un trago amargo y dispara: “El tango no es para cualquiera. Si no se siente, es preferible hacer otra cosa. Hay que cantar lo que uno realmente siente”. “Es verdad –rubrica Elsa–. Estoy bastante de acuerdo con ellas. Pero me gusta mucho Sandra Luna”, concede Nina y lleva a María a mencionar a Cecilia Rossetto y a Lidia Borda como honrosas excepciones.