jueves, 25 de diciembre de 2008

Horacio Malvicino

Horacio MalvicinoHoracio Malvicino

Horacio MalvicinoHoracio Malvicino


Estudió guitarra, dirigió orquestas con los grandes y fue amigo de Piazzolla. Tiene un stud y está estudiando Medicina
Desconcierta Horacio Malvicino. Asombra con la nostalgia, pero también con su presente. Es el hombre del hipódromo o la figura que vuelve de la niñez, de pie, batuta en mano, delante de la orquesta de "Sábados Circulares", el programa de Pipo Mancera en los ‘60.

Tiene pasión por sus caballos, Grecian y Mars Attack, hoy corriendo en los Estados Unidos y Asia. Pero está complacido de que la charla vire más hacia la música, en su bellamente caótica oficina de la Asociación Argentina de Intérpretes, de la que es vicepresidente. Allí es Malveta, simplemente. El caos lo forman tres guitarras, un dibujo de Gardel firmado por Sócrates, afiches de conciertos y festivales de jazz y de tango, cajas con CD y fotos con todos: con Gary Burton, con Astor, con Milton Nascimento...

"Yo era un bohemio -confiesa el Maestro-, un hippie de verdad, hasta los 30 años, cuando me casé". Antes, Malvicino, hijo de Esteban, jefe de Tráfico del ferrocarril, estudió guitarra en Concordia, donde nació, entre los 6 años y los 14. "Mi padre me dio tres cosas importantes: el inglés, la guitarra y el turf". Eso de inculcar el estudio se entiende. Lo otro hay que contarlo. "Dos veces por año me traía a Buenos Aires para tratar mi estrabismo. Le llamaban la atención los taxis que iban al hipódromo de Palermo, hasta que se subió a uno y casi se baja cuando empezaron a sumarse pasajeros. Uno le hizo de cicerone en las carreras y fueron amigos por años".

Cuando la música ganó la partida, Malvicino ya había cursado cinco años de Medicina. A los 76, Malveta volvió sobre sus pasos: "Retomé, tuve que rendir algunas equivalencias y me aprobaron. Lo hago porque me gusta. Ahora estoy cursando Psiquiatría". Este ex ayudante del premio Nobel Bernardo Houssay en Fisiología habla fluído, no da respiros ni cambia el tono, aún en golpes de efecto como éste.

El hombre que sentó cabeza a partir de su matrimonio con Graciela comenzó un vínculo con RCA hace más de 40 años. Era director musical del sello cuando desde Francia le pidieron que grabara La Cumparsita y El Choclo. "Reemplacé el bandoneón por un acordeón, le dí ritmo europeo y mandé la cinta. Nunca más tuve noticias. Después, un publicista buscaba música para un aviso de Motorola y encontró la introducción. La gente empezó a pedir esa música en las disquerías." De esa melodía de principios de los ‘70 nació Alain Debrais. "En Francia encontraron más interesante ese nombre, por Delon y por el escritor Regis Debrais, que había escrito un libro de un reportaje al Che Guevara". Un éxito con 14 discos en la Argentina y 24 en el mundo. Pero el guitarrista que integró todas las formaciones de Astor Piazzolla no quedó inmune a la crítica de éste por sus desvíos ("Me dio con un caño", revela) y tiene autoridad para quejarse de que "Julio Iglesias vendió cinco millones de discos de tango; es insoportable". Tocó con Palito Ortega y con los grandes del jazz. Tiene un quinteto con el que prepara un disco "con onda post Piazzolla", y al mismo tiempo suma su guitarra a la London Symphony para grabar en Abbey Road acompañamientos para Luis Miguel y Alejandro Sanz, por caso. O le pone cuerdas al repertorio de Los Chalchaleros. Susana Rinaldi acaba de grabar un tango-rap suyo con letra de Eladia Blázquez.

La vida musical de Malveta tiene más sorpresas: "Esa guitarra (muestra el estuche lleno de stickers, o tal vez sean calcomanías) me la regaló Al Di Meola en Nueva York", lanza de un tirón. Al rato regresa a sus funciones en RCA. "Alguna vez fui a una casa chorizo para escuchar a un pibe que tocó en pijama, con su guitarrita, "Muchacha Ojos de Papel"; me encantó y pasé un informe verbal". Pero antes de arrogarse méritos con Luis Alberto Spinetta, revela: "Yo escuché por primera vez a Sandro y los de Fuego y no los contraté; tampoco a Luis Aguilé, con el que ahora somos grandes amigos."

Se confiesa "devoto del caballo", algo que supo transmitir a Marcelo, uno de sus hijos, hoy en los Estados Unidos al igual que su hermano, Horacio. En cambio, ninguno lo siguió con la guitarra. Su mujer, fallecida hace diez años, tenía devoción por San Antonio, patrono de Concordia. Malvicino bautizó San Antonio a su stud y su haras, donde cría pura sangres con 16 yeguas madres y el padrillo norteamericano Stone Cat, hijo de un prodigio llamado Storm Cat. "Nunca soñé que tendría esto, cuando iba a la tribuna me parecía inalcanzable. Lamento que no esté mi padre..."

Malvicino es el que disfruta de toda la buena música ("Me gusta el chamamé, la música de mi pueblo"), desde Andrés Calamaro hasta los clásicos; el que muestra una partitura que escribió para cada instrumento de una sinfónica, pero no defenestra al sintetizador, alguna vez prohibido para grabar en la Argentina; el que dice que para tocar tangos hay que tener "mugre"; el que fue telonero (no usó esta palabra) de su admirado Frank Sinatra en el Sheraton; el que descubrió a Los Beatles sólo cuando los vio en el célebre concierto del Shea Stadium, en Nueva York; el que tocó en el Show de Antonio Prieto y fue amigo de Piazzolla.

En 1954 Piazzolla lo descubrió en el Bop Club, de la Asociación Cristiana de Jóvenes. Con él recorrió el mundo. "Es lo que Gershwin en Estados Unidos o Jobim en Brasil. Astor revitalizó el tango sin perder la ‘mugre". Sufrió mucho por no entregarse y no hacer concesiones comerciales". Para el Maestro, uno de los mejores discos de Piazzolla es "Concierto en el Parque": "Lo grabamos en el Central Park, a una cuadra del edificio Dakota, donde murió John Lennon. Llovía y se transmitió por radio".

El Piazzolla exigente también entró en la charla: "Nunca te iba a decir ‘qué bien estuviste’, sino ‘ahí te equivocaste’. Acompañamos a Plácido Domingo; con Milva recorrimos Italia; le presenté a Milton Nascimento y se hicieron amigos". La lista sigue: Jobim, y Joao Gilberto, grandes del jazz como Gillespie, Miles Davis y Gary Burton. Malveta tiene el orgullo de haber tocado en la primera grabación de "Adiós Nonino", y concluye: "Astor sigue siendo un fenómeno en Europa. Estoy por publicar un libro, "El tano y yo", sobre la vida de Ástor, y que llega hasta sus últimos días". Si en la Argentina se discutió si ubicar o no a Piazzolla en el rubro tango, en el exterior fue distinto: "Los discos de Astor están en las bateas de jazz".

Habla en pasado y en presente, Malvicino. Tiene tantas cosas del ayer para contar como proyectos y no es porque le haya hecho un guiño al tiempo. Debe ser porque gozó y goza con su trabajo. Y no reniega de lo que hizo. Así en la música como en los caballos. Fuente Revista Noticias reportaje realizado por Gustavo S. González