viernes, 17 de octubre de 2008

Vicente Greco

Vicente Greco y su orquesta Tipica CriollaVicente Greco y su orquesta Tipica Criolla

Vicente Greco en 1914Vicente Greco en 1914

La Percanta esta triste Partitura de La Percanta esta triste

Ojos NegrosPartitura de Ojos Negros



GRECO, Vicente. ("Garrote"). Músico. Bandoneonista. Director. Compositor.
1. Personalidad. Surgió de la pléyade de precursores —ejecutantes, bailarines, compositores — que dieron inconfundible fisonomía pionera a la generación de 1895, de la que fue uno de los valores más jóvenes y de mayor significación. Remontó con un sentido agreste y heroico del tango toda la cuesta arriba de un tiempo forjado a punta de intuición y de pura imaginación creadora. Fue músico por instinto más que por formación, a la cabeza juntamente con Maglio —luego con Arolas— de la hornada de bandoneonistas que dio al instrumento su dimensión porteña, proyectándolo emocionalmente en el fervor popular aun dentro de las limitadas posi-bilidades interpretativas de la época. Su ascendente aureola popular que fulguró ya en los principios del siglo y al albor de su carrera, nació en importante medida de su precoz desenvoltura de músico, tanto como de una simpatía natural de muchacho ingenioso, dicharachero, cordial y bromista que trascendía desde los palcos donde tocaba, con sensación de magnetismo. A esa constitutiva atracción personal agregó su prestigio de compositor, medido en calidad y aquilatado en éxitos de buena ley como los que alcanzó con sus tangos El flete, Barba de choclo, Racing Club, Estoy penando, La muela cariada, Ojos negros, La viruta, páginas que contribuyeron con su belleza a consolidar la fisonomía y la estructura de la especie con sus melodías y con sus dibujos rítmicos, en los que los estilos y las milongas de los almacenes fronterizos del sur pampeano sobrevivieron como una subterránea poesía en las formas y en el ánimo de la música ciudadana. Sus obras, contemporáneas de las de Posadas y Aragón y al igual que éstas fueron el punto de partida de la gran corriente "criollista" culminada en la música de Agustín Bardi. Como director de distintos conjuntos le correspondió un aporte también fundamental para la estabilización instrumental del tango, cuya primera fórmula orgánica —bandoneón, guitarra, flauta y violín— bautizó con la denominación de Orquesta Típica criolla. Propulsor de primera línea con Firpo, con Arolas, con De Leone, con Canaro, de la expansión de las latitudes tanguistas a los cuatro puntos cardinales de la ciudad, fue asimismo desde 1910 pionero en la grabación de discos fonográficos con orquesta, en la inclusión de agrupaciones del género en los escenaríos céntricos, en las veladas familiares y en las temporadas de los mejores hoteles. Su presencia histórica se completa con una inesperada labor de letrista realizada bajo la gravitación creadora de Pascual Contursi con dos tangos de muy buena factura que le pertenecen en música y verso: La percanta está triste y Pobre corazoncito, grabados ambos en el primer repertorio de Carlos Gardel; y en la misma línea, La milonguera y Alma porteña.
2. Vida. Hijo de inmigrantes italianos, nació en Buenos Aires, en el barrio de la Concepción el 3 de febrero de 1888. Formó parte con sus siete hermanos, de una familia de músicos que sentó reales en el conventillo El Sarandí de la calle homónima. Contribuyendo al sustento familiar con la venta de diarios alternó esas horas de duro trabajo infantil con sus inquietudes artísticas, entendiéndoselas, sucesivamente, con la flauta, la guitarra y el piano. Por último con el bandoneón, cuyas nociones fundamentales aprendió solo, para perfeccionarse luego con Sa-bastián Ramos Mejía, hasta convertirse en "l'enfant gaté" de un puñado de figuras de la época —Carriego, Payró, Pacheco, Ingenieros— que concurría al inquilinato por el solo placer de verle tocar. A los doce años de edad actuaba ya como ejecutante profesional en bailes de las afueras de la ciudad, de la provincia y del interior: Bragado, San Pedro, Baradero, San Nicolás, Rosario, que fueron escenario de sus éxitos augurales compartidos éstos con Zambonini, Guar-do, Borghessi, el "Negro" Lorenzo y otros, y en especial con Pedro y Prudencio Aragón. "El Johnny", como le decían a éste—y a quien Greco dedicó su tango El pibe— fue su íntimo de entonces y colaborador como Domingo Greco y "El Tuerto" Arturo, en toda su etapa de actuación en los cafés de La Boca: La Turca, de la calle Necochea, y luego, durante algunos años, El Griego donde estrenó El morochito su primer tango, dedicado a Carlos Flores. Re-dondeando sus ingresos con clases de bandoneón que brindó a Míguez, a Cocasse, a Labissier, a "Mochila" González, siguió su labor en locales de la periferia. Hasta que en 1910 irrumpió en los salones céntricos: palco del café El Estribo primero, después bailes "de Rodríguez Peña" en el salón San Martín, con motivo de los cuales compuso su tango Rodríguez Peña uno de los más celebrados y a la vez menos interesantes artísticamente, de su obra. Ese mismo año, contratado por la casa Columbia, comenzó su tarea de grabación de discos de fonógrafo iniciada con los tangos Rosendo y Don Juan. Integraban a la sazón su quinteto, Lorenzo Labissier (segundo bandoneón). Francisco Canaro y Juan Abatte (violines), Vicente Pecci (flauta) y Domingo Greco—su hermano— que alternaba la guitarra con el piano. En sus posteriores actuaciones le acompañaron los violinistas tas Gaudenzio y Diéguez, el pianista Marcos Ramírez y otros músicos. Tocó en La Glorieta de la calle Las Heras; inauguró el Armenonville; se presentó en el Rowing Club, en el Petit Salón, y en los hoteles Plaza, Tigre y Americano; animó los bailes de carnaval del Teatro Apolo, las noches del cabaret Montmartre, las tertulias de "lo de Laura" y María "la Vasca", y las veladas familiares de los Lagos García, de los Lamarque y de los Green. A partir de 1914 introdujo el piano también para la grabación de discos, superando así la sonoridad y la clase de su estilo —como lo testimonia por ejemplo, la grabación Columbia de su propia página La muela cariada— precursor de la modalidad orquestal que poco después consagró Francisco Canaro. Desde entonces su labor fue perdiendo continuidad. Una antigua lesión interna de la adolescencia —producida al desplomarse el palco donde actuaba, allá por 1902— le recrudeció hasta combinársele con la uremia que lo llevó a la tumba el 6 de octubre de 1924. Tenía treinta y seis años. La infanta, Saladillo, Tiene la palabra, Popoff, María Angélica, El estribo, Pueyrredón, El eléctrico, El cuzquito, El perverso, De raza, El pato de la 2, El anatomista —estrenado durante los bailes del internado— son otros de sus tangos. A más de su múltiple y fecunda trayectoria en la música alentó inquietudes literarias que los llevaron a alternar en las ruedas del café Los Inmortales con sus amigos Carlos Mauricio Pacheco—a quien dedicó su tango Pachequito—, González Castillo y otros. Fuente Horacio Ferrer