miércoles, 10 de agosto de 2011

Alberto Podesta

Alberto Podesta
Alberto Podesta


Alberto Podesta
Alberto Podesta


Alberto Podesta y Roberto Mancini
Alberto Podesta y Roberto Mancini

Alberto Podesta (Alejandro Washington Alé Podestá nació el 22 de setiembre de 1924)
SU INFANCIA
Alejandro Washington Alé Podestá nació el 22 de septiembre de 1924 en San Juan. Era muy niño cuando falleció su padre y pasaron privaciones con su madre y sus cinco hermanos. Ello le obligó a trabajar desde muy pequeño, para ayudar a su hermano mayor que se había constituido en el sostén de la familia que, además se completaba con su abuela.
SUS ESTUDIOS
"Yo llegué hasta sexto grado. Llegué a las trompadas, pero llegué" –diría en un reportaje–. En la escuela empezó cantar y simultáneamente en un programa de radio que dirigía una maestra. Era un recreación infantil y se llamaba "Rayito de sol" Cada alumno aportaba alguna canción de moda y el pequeño Albertito, a quien ya le había llegado la admiración por Carlos Gardel, aprendía rápidamente

las letras del Zorzal y las vertía en esas audiciones. Por ese motivo comenzaron a llamarlo Gardelito.
GANARSE UNAS CHIROLAS
Fue chocolatinero en el cine de una familia amiga, donde obtenía unos pesitos diarios que contribuían a la economía hogareña.
EL EMPUJONCITO
De gira, por el interior del país, llegaron para actuar en San Juan, el dúo cómico Buono-Striano, quienes luego de escucharlo cantar, lo invitan a viajar a Buenos Aires y le prometen darle una mano y conectarlo con las principales figuras tangueras de ese momento. También Hugo del Carril –"…un tipo maravilloso. No creo que haya otro hombre tan correcto y derecho como Hugo del Carril. Un hombre de una condición inigualable como ser humano", define Alberto Podestá– lo aconseja en el sentido que todo se cuece en la Capital Federal y le pide que lo vaya a ver, ofreciéndole sus buenos oficios para desarrollar su carrera.
PRIMAVERA EN BUENOS AIRES
Por fin en la primavera de 1939, se decide y junto con uno de sus hermanos se instala en Buenos Aires.
En la confitería "Paradise", local bailable que tenía habilitadas dos secciones, desde las siete de la tarde hasta las nueve y desde las once de la noche a las cuatro de la mañana, conoce a Roberto Caló. Por supuesto el encuentro fue por la tarde ya que Podestá era menor de edad y los edictos policiales, muy estrictos, tenían prohibida la presencia de menores en esos locales luego de las diez de la noche.
Hizo una prueba con Roberto Caló, cantando varios temas: "La mariposa", "Cosas olvidadas", "Martirio" y "La que murió en París". Como la prueba fue satisfactoria, Roberto Caló le prometió que hablaría con Miguel Caló, a quien le faltaba un vocalista ante la deserción de Mario Corrales (Mario Pomar).
Quedó en la orquesta, donde coincidió con grandes músicos como Osmar Maderna, Domingo Federico, Armando Portier, Raúl Kaplún, Enrique Mario Francini.
""Roberto Caló me hizo el puente para que cante en la orquesta de su hermano Miguel, en la cual estaban las más promisorias figuras de la nueva camada de nuestra música ciudadana. Pero de ellos hubo dos que destacaré, ya que con el correr del tiempo se transformarían en mis hermanos de vida: Armando Pontier y Enrique Mario Francini" –cuenta recordando sus inicios–.
PUDO SER JUAN D´ARIENZO
Previamente, recorriendo las posibilidades que se presentaban, se entera de que D´Arienzo estaba buscando un cantor. Con sus mejores pilchas, se presenta hacia las diez de la noche en el cabaret Chantecler. Pero D´Arienzo no estaba, y Héctor Varela, le informó que sin el "Rey del compás" no podía decidir nada. Después se supo que ya habían designado a Héctor Mauré. Y se frustró la prueba y su probable vinculación con D´Arienzo.
LAS TIRITAS
Suele recordar Alberto Podestá que cuando comenzó a trabajar con Miguel Caló lo hizo en el cabaret Singapur, en la calle Montevideo entre Sarmiento y Corrientes. Añade que luego el local fue ocupado por un teatro y también por una academia de tango. Para bailar con una chica, había que comprar una entrada para diez bailes. Las chicas cada vez que bailaban cortaban una tirita. La orquesta de turno no tocaba los tangos enteros. Y de esa forma las chicas, con menos baile, recaudaban un poco más.
PRIMERA GRABACIÓN
Cantando con Miguel Caló, además de los grandes músicos ya nombrados, conoce a Homero Expósito, que llegaba todas las tardes desde Zárate. Su familia tenía una confitería que se llamaba "Mimo", precisamente el apodo familiar de Homero. Con esta orquesta graba su primer tango, que firmaban Domingo Federico y Homero Expósito.
Luego registró dos preciosos valses, "Pedacito de cielo" y "Bajo un cielo de estrellas" de Enrique Mario Francini y Héctor Luciano Stamponi como compositores, y la poesía de Homero Aldo Expósito y José María Contursi.
LA CAMISA QUE NO COMPRÓ
Se encontraba a menudo con Francisco Fiorentino, siempre hecho un dandy, y en una charla, café de por medio, se animó a preguntarle donde podía comprar una camisa con la que vestía Fiore. Solícito, el cantor de Troilo le indicó la sastrería de la calle Maipú donde la había comprado. Podestá, aun no consolidado económicamente, se desilusionó cuando supo el precio de esa prenda, pero Fiorentino le aseguró que seguramente le iban a hacer una rebaja. Pero el joven cantor de Miguel Caló, con sus diez y seis años, en principio pensó que por ahora no estaba para semejante gasto.
CARLOS DI SARLI
Al poco tiempo se decidió por la compra de la camisa, pero en el trayecto coincidió con el representante de Carlos Di Sarli, quien a boca de jarro le preguntó si quería incorporarse a la orquesta del maestro bahiense, que actuaría en Radio El Mundo, en bailes y sobre todo en los inminentes bailes de carnaval.
Con Miguel Caló solo actuaban en el cabaret y de cuando en cuando en radio. Aún no era la gran orquesta de las estrellas que tanto trabajo dio a lo músicos y vocalistas que lo acompañaban.
Di Sarli, en la casa de él, en la calle Sarmiento, lo escucha cantando varios temas y lo bautiza artísticamente como Alberto Podestá, tomando su apellido materno y reemplazando el seudónimo que usaba hasta entonces: Juan Carlos Morel.
"Miguel Caló me pagaba 250 pesos por mes –cuenta Alberto Podestá–. Cuando el representante de Di Sarli me informó que ganaría 350 pesos por la actuación en el cabaret; 250 en la radio y entre 30 y 35 pesos por cada baile, me volví loco. Eran como 10.000 dólares…"
DERECHO DE PISO
Cuando se anunciaba la orquesta el presentador decía: "Carlos Di Sarli, con sus cantores, Roberto Rufino y Alberto Podestá", pero cobraba la plata casi sin cantar. Iban cinco temas de Rufino y por ahí ligaba uno Podestá.
Rumiaba su bronca, en parte porque Rufino era un fenómeno y lo pedía toda la gente tanto en los bailes como en el Marabú o en el Príncipe Georges y a él mismo le complacía escucharlo.
A pesar de las cifras importantes de su remuneración, le planteó a Di Sarli su incomodidad de cobrar por no cantar. Ya había conversado con Pedro Láurenz e incorporado a su orquesta, pudo grabar dentro de lo poco que el mercado discográfico le ofrecía a Láurenz. Registra entonces, para el sello Víctor, el tango "Nunca tuvo novio".
ALMA DE BOHEMIO
Este tango de Roberto Firpo tuvo para Alberto Podestá una primera vez ingrata. La estrella de la orquesta de Carlos Di Sarli era Roberto Rufino. En determinado momento de una reunión bailable, en que la gente dejaba de bailar para escucharlo, Rufino, pidió que el tango "Alma de bohemio" que siempre hacía él, lo cantara Alberto Podestá. (En realidad Roberto Rufino, profundo conocedor de la interpretación, sentía que con su compañero, peligraba su estrellato y preparó esta trastada para desacreditarlo). Pequeño conciliábulo, le preguntan si lo conocía, y al ser afirmativa la respuesta se inició el tango, con los cantables a cargo del sanjuanino. Pobre Podestá, sin ensayo previo y "a lo toro", la intervención no pudo ser peor. Casi inmediatamente la gente, en disconformidad con la actuación de Podestá, se empezó a alejar del escenario. De no haber sido por Pedro Láurenz, que lo convenció de su calidad interpretativa, no lo hubiera cantando jamás.
CAMBIO DE SELLO
Láurenz es contratado por el sello Odeón y entonces llega su tiempo de grabar y de que su nombre figurara en las etiquetas de los discos. Las grabaciones hechas con Caló no indicaban su intervención, salvo con la frase "con estribillo", a efectos de no pagar gravámenes por la intervención del cantor. Graba su caballito de batalla, "Alma de Bohemio", y en el reverso del disco "Patria mía", a los que siguen "Garúa", "Como el hornero" y el vals "Paisaje".
ANÍBAL TROILO QUE NO FUE
Conjuntamente con Láurenz vuelve a la orquesta de Miguel Caló para completar la dupla de cantores con Raúl Berón. Entabla una relación amistosa con la mayoría de las grandes figuras, especialmente con Aníbal Troilo (lo llamaba Gordurita), pero también con Francini, Pontier y otros, con quienes compartía partidos de fútbol como excusa para compartir un asado. Actuaba de árbitro el "charro" José Manuel Moreno, célebre jugador..
En dos oportunidades estuvo a punto de cantar en la orquesta de Pichuco, la primera reemplazando a Alberto Marino, pero tuvo que realizar una gira previa con Di Sarli al Uruguay, y al regresar ya estaban ensayando en la orquesta Edmundo Rivero y Floreal Ruiz. Y la segunda vez, cuando Podestá estaba actuando en Chile, se desvincula de Troilo Raúl Berón, y aunque el interés de Pichuco era que el "Turco" llegara de una vez a su conjunto, las urgencias empresariales le exigieron a Troilo no esperarlo y contratar a Carlos Olmedo y Pablo Lozano, con lo que el sanjuanino otra vez quedó afuera de la orquesta.
FRANCINI–PONTIER
Corre el año 1945 y se forma una gran orquesta, dirigida por el binomio Francini-Pontier, y Alberto Podestá es el cantor, a quien pronto acompañaría Julio Sosa.
Julio Sosa fue tal vez el mejor amigo que tuvo Podestá, un muchacho decidido pero escuchador de los consejos de los más experimentados. Era una persona ávida de conocimientos, a los que trataba de acceder siempre, y de la mejor mesa. Aunque era de físico pequeño, no había comida que le resultara suficiente y devoraba con fruición los postres.
LAS ACTUACIONES
Actuaban en el Sans Souci, en Montecarlo y Picadilly, alternando con Osvaldo Puglese, y el en Tibidabo, cubriendo la ausencia de Aníbal Troilo, que durante los seis meses de primavera y verano dejaba de actuar.
LOS POETAS
Para Podestá los poetas más destacados eran Homero Manzi, Enrique Santos Discépolo, Héctor Pedro Blomberg, Francisco García Jiménez y otros muchos más.
LOS BAILES
Había muchos clubes bailables que reunían entre quinientas y dos mil personas. Desde Independiente, a Villa Malcolm; estaban los bailes del "Apolo", "Flores que surgen", el "Príncipe Georges", "Boca Juniors", "Comunicaciones" por nombrar algunos, ya que en toda la provincia de Buenos Aires y en la Capital se renovaban 350 bailes semanales, y cada orquesta tenía músicos estables y exclusivos que pecibían un importante sueldo, lo que les permitía una situación eonómicamente desahogada..
LAS GRABACIONES
"Con Caló, en las distintas épocas: ´Percal´, ´Bajo un cielo de estrellas´; con Di Sarli, ´Al compás del corazón´, ´Nada, , ´La capilla blanca´. Pedro Laurenz marcó otra etapa de mi vida artística. Con ese gran hombre y excelente músico, director y compositor, grabé por primera vez: ´Alma de bohemio´, ´Garúa´, ´Recién´, ´Paisaje´... Con Francini-Pontier, ´Margo´, ´Qué me van a hablar de amor´, ´El milagro´; el vals de Francini y Sanguinetti ´El hijo triste´ –que lo hice a dúo con otro gran amigo: Julio Sosa–, ´Calesita de mi barrio´, ´La cumparsita´, ´Sin palabras´; con Enrique Francini: ´Bailemos´, ´Fueron tres años´, ´Un tango para el recuerdo´. Con Armando Pontier en 1963 estrené el último gran éxito de nuestro tango: ´Qué falta que me hacés´. También "Pecado", "Es nuestra despedida", entre muchos otros. Asimismo grabé en Colombia con Cristóbal Ramos, Ramón Ozán y Joaquín Mauricio Mora, que lo hizo como bandoneonista y no como pianista. En Venezuela con ´Los caballeros del tango´. En Uruguay con ´El potrillo´ César Zagnoli. También la hice en Chile con Lucho Ibarra. Como solista en nuestro medio con Juan José Paz, Leopoldo Federico, Alberto Di Paulo, Luis Stazo, Jorge Dragone, Tití Rossi y Roberto Grela y sus guitarras."
RONDA DE ASES
Dos veces semanales se transmitía desde el teatro Casino un programa de tangos denominado "Ronda de Ases", por la onda de Radio El Mundo. El auspiciante era aceite Cocinero. Las orquestas que se sucedían eran Osvaldo Fresedo, Aníbal Troilo, Carlos Di Sarli y Ricardo Tanturi., que ejecutaban un tango cada una. Y luego un "grupo soporte", como se dice ahora: tocaba la orquesta de Alberto Soifer con el cantor Roberto Quiroga; y en la segunda media hora, las cuatro orquestas con temas cantables, y de acuerdo al aplauso del público, se determinaba qué tango u orquesta había gustado más. Alberto Podestá ganó, en una de las audiciones, con el tango "Al compás del corazón".
ALBERTO PODESTÁ SOLISTA
En el año 1951 comienza su carrera como solista, debutando en Radio Splendid, locales y cabaret Maipú Pigall, el recordado Tronio, lugar de variedades donde desfilaron las grandes figuras internacionales, y confiterías de Buenos Aires.
Fue nombrado Académico de Honor por la Academia Nacional del Tango de la Argentina.
GIRAS POR AMÉRICA
Ha recorrido con el tango países como Colombia, Chile, Perú, Venezuela, Ecuador, México, República Dominicana, EEUU, actuando en Nueva York, Chicago, Los Ángeles, Boston, Filadelfia.
SUS GRABACIONES Y ACOMPAÑAMIENTOS
Grabó en los sellos RCA Victor, Odeón, Music Hall, Magenta y recientemente en Vaivén.
En sus grabaciones contó con acompañamientos de Alberto Di Paulo, Leopoldo Federico, Luis Stazo y Jorge Dragone.
En Colombia grabó con el gran compositor Joaquín Mauricio Mora, en Venezuela con Los Caballeros del Tango; en Chile con Luis Ibarra, y en este país fue galardonado con el Disco de Oro por el gran éxito del tango "Qué falta que me hacés".
También grabó con guitarras, con el acompañamiento de Roberto Grela.
Ha grabado casi quinientas versiones, entre las que se encuentran: "Alma de bohemio", "Nada", "Percal", "Al compás del corazón", "Nido gaucho", "La capilla blanca", "El milagro", "Margo", "Qué falta que me hacés", "Qué me van hablar de amor" entre otras, y un sinfín de tangos que fueron jalones inolvidables y creaciones en su voz, como el éxito que le pertenece junto a Roberto Rufino "El bazar de los juguetes".
También en su momento, durante mucho tiempo, su actuación en Caño 14, y al lado de Edmundo Rivero en El Viejo Almacén.
En teatro lo hizo junto a Juan Carlos Copes y su ballet.
Últimamente realizó una gira por los estados de Brasil con el espectáculo "Una noche en Buenos Aires", con el acompañamiento orquestal de Carlos Buono.
DECLINACIÓN
Según su pensamiento, la caída del tango ha tenido varias motivaciones internas y externas. Los conjuntos se sindicalizaron y los representantes, en el afán de sostener situaciones especiales, comenzaron a intervenir en las contrataciones de los conjuntos con los empresarios exigiendo igual tratamiento: para todos igual retribución, lo que obligó a las salas, cabarets y clubes a plantearse la necesidad de efectuar las reuniones bailables con registros grabados de las principales orquestas, debido a lo oneroso que resultaba contar con orquesta en vivo.
Por el lado de las empresas discográficas se produjo una invasión de música importada, que llevó a los sellos grabadores no sólo a reemplazar el tango por otros ritmos, sino como en el caso del sello del "perrito", donde el señor Ricardo Mejía borró parte del acervo cultural al destruir las matrices de todas la orquesta de tango.
Alberto Podesta
ES OPTIMISTA
Cree que la gente joven está retomando el tango, aprendiendo a bailarlo, y aspira a que se siga tocando tango ("No Piazzolla", acota). Refundar a Troilo, a Tanturi, a la raíz misma del tango.
PIAZZOLLA
Expresa sobre Piazzolla: " …sabía mucho de tango. Estuvo al lado de Troilo. Y al lado de Troilo se tocaba tango. Pero hay un motivo muy especial que nosotros decíamos: "¿Pero cómo puede ser esa orquesta?" Todos, Francini, Pontier, lo admiraban a él, cómo tocaba, como orquestador. La orquesta que él tenía en el '46 era netamente tanguera. Yo compré dos CD de él con tangos que grabó en el '46. Después él hizo el Octeto Buenos Aires, que todavía era tango. Estaban Francini, Federico, Bragato, Stampone… Y se fue cambiando, cambiando. La orquesta de él trabajaba, pero no le llegó a gustar al público. No entró en el público nuestro, de tango.
Después fue buscando su línea y encontró su bache, su "música de Buenos Aires", como él la llamaba. Indiscutiblemente no se le puede negar nada. Es un musicazo bárbaro y admirado por todos los músicos de este país y de afuera. Hay obras que él habrá hecho en la cocina de su casa y las sacó. Pero hay obras como "Verano porteño", "Invierno porteño", "Otoño porteño", "Adiós Nonino", que son magníficas. Una obra sublime." 1
"EL TANGO ME DIÓ LA VIDA …"
Acota como conclusión: "Al tango le debo mucho, le debo mis hijos, mi familia, mi bienestar. Nunca sobresalí, pero nunca faltó trabajo, el cariño de ustedes, el público argentino. A mí nunca me han hecho sentir menos. El tango me dio la vida, es adoración que siento por mi música, por mi país y por la gente de mi país." 2
"Estoy en una nube. Los cantores pibes me hablan, me tocan, me piden consejos; Gustavo Santaolalla, que es un fenómeno de muchacho, me hace grabar para Café de los Maestros; en octubre voy a empezar a filmar como protagonista la película El cantor de tango, con dirección de Eduardo Calcagno; vos que venís hasta mi casa y me hacés esta nota... Escuchame: yo ví cantar a Gardel a los nueve años y me cambió la vida. Después estuve en las mejores orquestas. Viajé por todo el mundo. Pero estas caricias... nunca". Fuente: Florentino Tino Diez de tangomias

 Alberto Podesta: Reportaje de Mariano del Mazo a Alberto Podesta para Clarin 14/07/2005
"Parece que me están descubriendo"
Es una gloria del tango. Cantor de Miguel Caló y Carlos Di Sarli, sigue actuando. Y va a protagonizar una película sobre su vida. Aquí habla de lo bien qué se siente, crítica a D'Arrienzo y Roberto Rufino, elogia a Di Sarli y Salgán y cuenta, a los 80 años, cuáles son sus sueños.

A los 80 años Alberto Podestá está viendo cosas raras. Observa, por ejemplo, su cara multiplicada por miles en los afiches callejeros que lo anuncian como la figura central del ciclo que se realiza los jueves en el Tasso. Observa orquestas jóvenes que no lo convencen. "Me gusta El Arranque, sí. Pero la otra vez vi una, la Fernández Fierro, que suben a tocar en zapatillas y con la camiseta de Chacarita... ¡Eso no está bien! Si al menos se pusieran la de River....".
Alberto Podestá observa también, atónito, una especie de tardía reivindicación. "Estoy en una nube. Los cantores pibes me hablan, me tocan, me piden consejos; Gustavo Santaolalla, que es un fenómeno de muchacho, me hace grabar para Café de los Maestros; en octubre voy a empezar a filmar como protagonista la película El cantor de tango, con dirección de Eduardo Calcagno; vos que venís hasta mi casa y me hacés está nota... Escuchame: yo vi cantar a Gardel a los 9 años y me cambió la vida. Después estuve en las mejores orquestas. Viajé por todo el mundo. Pero estas caricias... nunca".
Alejandro Washington Alé Podestá nació el 22 de setiembre de 1924 en San Juan. De chico lo llamaban "Gardelito" y cantaba serenatas para los "filitos" de los amigos más grandes. A pesar de que ya se escuchaban tonadas y cuecas, y Antonio Tormo empezaba a cambiar la historia de la música popular cuyana, Podestá ancló sin dudarlo en el tango mirándose en el espejo de Carlos Gardel. "El fue mi maestro de tango. Aprendía escuchándolo. Después me pulió Di Sarli". De pantalones cortos actuaba en LV5 Radio Los Andes y gracias a un convite del dúo Buono-Striano y a un onda que le tiró Hugo del Carril de paso por San Juan, se animó a tomarse un tren a Buenos Aires junto con su hermano mayor.
En una pensión del Centro, un verano, empezaba la historia grande. "Había una chica jovencita en la pensión, de unos 20, 21 años, que era la mantenida de otro tipo de una de las piezas. Ella andaba por la noche y un día me dice: Te voy a llevar donde toca Roberto Caló. Claro, era la orquesta de Juan y Roberto Caló, que actuaba en el Paradise, ahí, donde estaba La Armonía, que ahora es el Consejo de Abogados. Y fui, y logré que Roberto me tomara una prueba en el cabaret. Al final canté y le gusté. Me dijo que me iba a presentar a su hermano, Miguel. ¡Esa era la posta! ¡Un orquestón, con mucho cartel! Me palmeó y me dijo: Pibe, mañana te llamo a las 12 a la pensión. Yo pensé que era un modo de despacharme. Pero me llamó. Y tuve una audición con Miguel Caló en el cabaret Singapur, Montevideo entre Sarmiento y Corrientes".
¿Y qué pasó? Usted era menor...
Dieciséis años. Miguel Caló era el dueño del cabaret... Bueno, me tuvo dos horas por reloj cantando con un pianista. Con micrófono, sin micrófono...
¿Qué repertorio hacía?
Lo que sabía. Hacía Gardel, te cantaba Martirio, te cantaba Cosas olvidadas, te cantaba Charlemos, La que murió en París, El día que me quieras. Yo sabía todo Gardel, pero "todo" en serio. Era de tarde. Había algunos tipos por ahí, tomando un vermucito. Las chicas del cabaret pasaban y me alentaban por lo bajo: "Muy bien, muy bien". Miguel Caló se alejó y se reunió con algunos miembros de la orquesta que también me habían escuchado. A los veinte minutos viene Enrique Francini, solo, y me dice: "Bien, pibe". Atrás, Armando Pontier. Igual. Finalmente Caló, que me dijo secamente: "Va a quedar en la orquesta y va a ganar 250 pesos por mes". Un vagón de guita. El 13 de diciembre de 1939 empecé a cantar con él.
Dos años estuvo Podestá con la "orquesta de las estrellas" (título ganado por la cantidad de talentos que integraron sus filas: además de Francini y Pontier, Julio Ahumada, Domingo Federico, Eduardo Rovira, Héctor Stamponi). Pero la consagración y la fama vendrían con el gran Carlos Di Sarli. La década del 40 estallaba y El Tuerto lo convocó, a pesar de que tenía un cantor ganador como Roberto Rufino. "La gente lo amaba a Rufino. Era un ídolo. Cuando yo entré me volvió loco. Créame. Las noches del 42 en el Marabú eran un martirio para mí. Rufino me avasallaba, me humillaba. Yo ganaba mucha plata, pero no era feliz. He llorado de tristeza en esa etapa. Un día no aguanté más y me fui. Al poco tiempo Rufino se fue de la orquesta y Di Sarli me llamó de nuevo. Volví y empecé a grabar.
¿No cree que la orquesta de Di Sarli está poco valorada?
Totalmente. Lo que ocurrió es que alguien le puso eso de que era mufa y fue muy perjudicada. Pero la gente lo amaba. En los carnavales llenaba que daba calambre. Pero pasó eso de la mufa. Una injusticia tremenda. En SADAIC hay fotos de todos los directores menos de él. Le dije el otro día a Atilio Stampone... "Viejo, no puede ser...". El que hablaba muy mal de Di Sarli era D'Arienzo. Decía cosas como: "No, no lo contratés que trae mala suerte. Se te va a caer la lámpara..." Le tenía rabia porque Di Sarli siempre le ponía la tapa en los bailes. Aparte no vas a comparar... ¡Por favor! Por algo a Di Sarli lo llamaban El señor del tango. Me enseñó muchísimo.
Por ejemplo...
Era severísimo. Me insistía por ejemplo que no gritara, que fuera cuidadoso con el tratamiento de mi voz. Me decía: "Cantá con el interés"
¿Cómo sería eso?
Claro, que no cantara con toda la voz que tenía. Que cantara con el interés, no con el capital.
La casa de Alberto Podestá queda a dos cuadras de Puente Pacífico sobre la avenida Juan B. Justo. Es un departamento austero, algo oscuro, con una decoración muy años 50, dominado por algunos premios y fotografías de sus dos hijos: Alberto y Betina. Alberto trabaja en el free shop del Aeroparque Jorge Newbery; Betina también canta, de hecho comparte algunos tangos con su padre durante los jueves del Tasso. La esposa de Podestá ofrece café y desaparece por una puerta. Hay una radio encendida, AM.
¿No ganó buen dinero en aquellos años del apogeo del tango?
Sí gané. Lo que pasó es que en San Juan mi familia perdió todo con el terremoto de 1944. Tuve que traerlos a vivir a Buenos Aires, a mi mamá, a mis hermanos, a todos. Vivíamos en Concepción Arenal y Libertador, un barrio que ahora se puso de moda. ¿Las Cañitas?
¿Cómo vivió la decadencia del género a partir de los años 60?
Viajé mucho. Hasta me radiqué en Chile entre 1967 y 1970. Y anduve por todos lados: América latina, Centroamérica, los Estados Unidos, Europa, Japón, Asia. En Colombia me ha ido muy pero muy bien.
¿Y ahora? ¿Sigue viajando
Sí, estuve con Lisandro Adrover en Chile, Brasil. Igual quiero parar. A algunos lugares no da. A Japón no voy más. Demasiado traqueteo. Voy para los ochenta y uno...
Podestá habla de su amistad con Homero Expósito, de los tangos que él mismo escribió y del suceso de El bazar de los juguetes y recuerda también los años en que los jugadores de fútbol iban a escuchar tango. "A Carlos Di Sarli venían a escucharlo el Charro Moreno, Adolfo Pedernera, Tucho Méndez; de Racing también venía el maestro Rubén Bravo".
¿Es cierto que el Charro Moreno se acostaba a las seis de la mañana y el domingo se despertaba como si nada y la rompía?
Es cierto.
Dice que hablaba mucho de fútbol con Troilo. "Los dos éramos de River. Había una linda relación. Dos veces estuve a punto de entrar a su orquesta y no pudo ser. Y bueno, ya está."
¿Le hubiese gustado?
Sí, sí. Pero más me hubiese gustado cantar con Salgán. Hace poco se lo pude decir. ¿Sabe qué me respondió? Así, todo movedizo como es él, me dijo como si nada: "Hubiese sido lindo".

¿Y por qué no lo intenta?
No, bueno, ya está, él ya medio se retiró. Me gustaría grabar un nuevo disco, pero no con guitarrita. Con una orquesta. Como antes. Pero ya no quedan. Quedan, sí, la de Leopoldo Federico, el Sexteto Mayor... Pero no típicas, típicas.

¿Como sería ese disco?
Algunos tangos nuevos, clásicos y una buena orquesta dirigida por el maestro Atilio Stampone. Sería un sueño. Igual no me quejo. Estoy bárbaro: a los 80 años parece que me están descubriendo.
Es una gloria del tango. Cantor de Miguel Caló y Carlos Di Sarli, sigue actuando. Y va a protagonizar una película sobre su vida. Aquí habla de lo bien qué se siente, crítica a D'Arrienzo y Roberto Rufino, elogia a Di Sarli y Salgán y cuenta, a los 80 años, cuáles son sus sueños.
Un cantor de los años 40 en el siglo XXI
Alberto Podestá no sólo está en el proyecto Café de los Maestros que producen Gustavo Santaolalla y Gustavo Mozzi, sino también en La Selección del Tango, una especie de dream team orquestal que cuenta con músicos como Leopoldo Federico, Rodolfo Mederos, Ernesto Baffa y Nicolás Ledesma. Con Café de los Maestros va a cantar en diciembre en el Teatro Colón, en el Argentino de La Plata y en Luna Park y con La Selección... va a hacer una serie de recitales en agosto en la sala del N/D Ateneo.
Paralelamente actúa en el circuito for export de San Telmo, en locales como La esquina de tango y La Cumparsita. Y hoy, jueves, sigue con el espectáculo que lleva a cabo junto con el guitarrista Hugo Rivas y la dupla de voz y guitarra de Ariel Ardit y Jorge Giuliano. "Para mi Ardit es uno de los mejores cantores de la nueva generación. No hay tantos como dicen...", observa. Y sigue con su presente febril. "Tengo mucho trabajo. Me hace realmente bien mantenerme en actividad. Y me gusta estar en contacto con la juventud. También me da placer cantar con mi hija. Es buena, eh. No lo digo porque sea mi hija. Primero larga Ardit y después yo. Ahí se me suma la Beti y hacemos un vals. Y al final, como bis, cantamos a dos voces El día que me quieras. Para mí es muy emocionante".
Fallecio en Diciembre de 2015
Foto Alberto Podesta y Enrique Mancini gentileza de Roberto Mancini
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Editado Por El tango y sus invitados