lunes, 14 de octubre de 2013

Walter "Chino" Laborde

Walter Laborde y Diego Kvikto 

Reportaje realizado en Pagina 12 por Cristian Vitale a Walter “Chino” Laborde:
Cuadro surgido de las Inferiores del suburbio (Sarandí), cantor de tangos, letrista y rockero. León Pablo Maturana, hijo de filósofos, baterista de sesión (Miguel Cantilo, Negro García López), tipo serio. Dos cuartos de Telepod. Mitad de un todo que completan Mauro Ruda, guitarrista, y Leandro Coccia, bajista. Dos cuartos clave en la concreción de un disco crucial para cualquier banda de rock: el tercero. Se llama Lo que nos gusta, lo presentan hoy a las 23.30 en Makena (Fitz Roy 1519) y, a saber por las influencias que Laborde y Maturana destacan (Black Sabbath, Frank Zappa, Stone Temple Pilots, Skay y hasta Miranda!), se trata de un material sustancialmente ecléctico. “Entre lo duro y lo masticable”, resume Laborde, el verborrágico frontman de la Orquesta Típica Fernández Fierro, subsumido en su impronta eléctrica.
“Después del tercer disco, está comprobado, se ve si la banda tiene algo para dar o si no pasa nada más. Creemos que pasamos la prueba. Digo, en los anteriores éramos una banda preparándose y ahora ya está, llegamos”, refuerza el Chino.

Rewind, entonces. Telepod, cuyo nombre alude a una deformación del vocablo “teleport” –herramienta diseñada por el científico Seth Brundle en La Mosca, el film de David Cronenberg, para “ayudar a la humanidad” a través de una serie de transmutaciones entre seres–, lleva una década de carrera por iniciativa de Ruda. Fue el guitarrista el que convocó a Laborde, antes de que éste se subiera a la Fierro y tratara de consolidarse –a la vez– como frontman de rock en Plasta. Entre ambos dieron forma a un primer ep, El secreto es la mixtura. “Antes de la propuesta, yo estaba por probarme en Santos Inocentes, la banda del hermano de Charly Alberti, y tenía todo asegurado ahí, pero preferí el riesgo de lo nuevo, buscar algo que te patee la cabeza, algo que parece perdido en el rock”, dice Laborde. Tal camino siguió a través del epónimo disco debut (2005), encontró mejor forma a través de Mil divanes (2008) y se consolidó en el flamante Lo que nos gusta. “Creo que lo fundamental en Telepod es la onda increíble que hay en la sala de ensayo... Una química que, cuando se da, hace que pienses a una banda como duradera y disfrutable”, sostiene Maturana, que arribó a Telepod hace dos años.

Entre lo digerible y lo elaborado, entre la contundencia de las guitarras y el sabor a presente inmediato que portan las letras de Laborde: así hay que leer a Telepod. “Tenemos temas para sonar en una disco y otros como para tocar con O’Connor, sin dejar de ser la misma banda. Se puede encontrar una identidad en la diversidad”, arriesga el Chino, que se las arregla sólido como para ubicar las cosas en su lugar. “Suelen preguntármelo, pero yo no parezco un cantante de tango cantando rock ni un cantante de rock cantando tango. Puedo diferenciarlo bien y reconocerlo públicamente, porque antes, como todavía había dinosaurios en el tango, no sabíamos si mezclar las entrevistas o no, pero ahora estoy en condiciones de decir que estoy jugado en esto, en el tango y en el rock. ¿Y?”, desafía Laborde.

–¿Cómo refleja Telepod su eclecticismo a través de su música?

Walter Laborde: –Hay una tendencia hacia lo positivo y bailable que, por ejemplo, mostramos en “Diario”, un tema que dice cosas comprometidas, porque nuestra idea es escribir cosas que ayuden a pensar un poco pero tirando para adelante, no de una manera destroyer. No somos Las Manos de Filippi ni lo vamos a ser, tampoco vamos a tocar con la excelencia instrumentística de los Rata Blanca, o a componer como Fito Páez, o a llevar las masas que lleva La Renga, ¿no?

León Maturana: –Hay temas promedio como “Puede que sea así”, en el que logramos una síntesis entre lo blando y lo duro. O “Algo cambió”, un tema muy fuerte, que canta Palo Pandolfo, muy político, duro.

W. L.: –Y sintético, porque hoy ya no se puede contar un cuento a lo Sui Generis en una canción, con dos renglones tenés que ir al punto. Calamaro dijo que la canción, al final, es un acorde, un acorde que quiebra. Por eso hacemos canciones que no sean un chicle, que no queden pegadas, pero a la vez que tengan contacto con la tierra... Un equilibrio. “Algo cambió” es un tema que habla de la metáfora del cambio, es bien “K” (risas).

–También hay críticas a la industria discográfica. “Qué, qué, qué” es una embestida contra los sellos discográficos...

W. L.: –Totalmente. Y por eso sacamos todos los discos en forma independiente. En esta canción tratamos de reflejar lo que le canta una banda a ese representante de EMI que van a ver y le dan vuelta la oficina. Qué, qué, querés que hagamos, qué es lo que falta para que vos o Sony nos den una mano, che... ¿no ves que somos cuatro caballos tirando para adelante?
Editado y compaginado por El tango y sus invitados