miércoles, 27 de febrero de 2013

Nicolas Ledesma

Nicolas Ledesma

Nicolas Ledesma; Entrevista realizada en el diario Clarin por Sandra De La Fuente en el 2002
Debuté a los once años con la orquesta de Benuzzi en la confitería Pico Football, de General Pico, La Pampa. Fue un verdadero desastre; repetí mil veces un pasaje hasta que finalmente pude caer con la orquesta; esa versión de La cumparsita duró aproximadamente 32 minutos", cuenta Nicolás Ledesma, pianista de Leopoldo Federico desde el 92 y autor del exquisito disco solista Sueño de tango.


El sueño empezó cuando su padre —conductor de máquinas del ferrocarril y músico aficionado— compró un piano para Analía, una de las hermanas de Nicolás. "Al piano se le rompió una cuerda y mi papá se dio maña para arreglarla. Cuando Serrigone —el técnico afinador que le había vendido el piano— vio el trabajo, lo contrató como técnico en su negocio. Yo tenía cuatro años y pasaba mi tiempo acompañando a papá a todas partes: iba con él al ferrocarril y más tarde lo acompañaba a reparar un piano. Ese fue un gran estímulo."

- ¿Qué te acercó al tango?
- Mi papá tocaba el bandoneón y quería que yo lo acompañara. A los seis años ya estaba haciendo dúos con mi viejo. Un día me escuchó Benuzzi, un gran pianista que tocaba en una orquesta típica en General Pico y decidió empezar a prepararme para que lo reemplazara en su orquesta. Todos los músicos tenían arriba de 70 años y tocaban arreglos a lo D''Arienzo. Benuzzi tenía ideas evolucionadas y quería hacer otra cosa. Yo tenía sólo once años, tocar ahí era la gloria. Claro, después descubrí a Troilo, a Pugliese, a Leopoldo Federico, a Piazzolla y me enloquecí.

- Fuiste discípulo de Horacio Salgán. ¿Cómo lo conociste?
- Papá me mostró un aviso que había aparecido en el diario: Piano fácil. Academias Yamaha. Horacio Salgán. Método fácil. A mi mamá le gustaba Salgán, pero yo no lo conocía. Me compré un cassette y me maravilló. Le mandé una carta diciéndole que me interesaba tomar clases con él. Nunca me contestó. Pero un día vino a tocar a General Pico y tuvo que alquilarle un piano a mi papá, porque en el teatro de General Pico no había ni hay pianos. Ahí tuve oportunidad de hablar con él y me prometió que esta vez me iba a escribir e iba a acomodar sus horarios para darme clases. Pero por supuesto jamás me escribió. Así que mi papá juntó fuerzas y me trajo a Buenos Aires. Fuimos a la Academia Yamaha. Nos recibió otro profesor y me pidió que tocara algo. Salgán apareció cuando me escuchó tocar un arreglo de Romance de barrio y accedió a enseñarme. Estudié con él sólo durante dos años.

- En el 88 Leopoldo Federico te invitó a tocar en su orquesta y rechazaste la oferta, ¿por qué la aceptaste en el 92?
- En realidad nunca rechacé su oferta. La historia es muy vieja: cuando yo tenía quince años fui con mi papá al Viejo Almacén, tocaba la orquesta de Leopoldo Federico. Subimos al baño y nos cruzamos con Leopoldo. Mi papá se atrevió a decirle que yo tocaba el piano. Entonces Leopoldo, que estaba buscando un pianista, dijo "tráigalo mañana que le tomo una prueba". Pero a mí me parecía una locura, no me lo tomé en serio y falté a la prueba. En ese momento sentí que no estaba suficientemente preparado. En el 88, cuando yo tocaba con el Sexteto Sur, volvió a invitarme. Yo me entusiasmé y ya me estaba pro bando el traje cuando Fernando Soler —dueño del local en el que actuaba con el Sexteto— me presionó diciéndome que si me iba se disolvía el grupo. Otra vez tuve que declinar. Pero siempre quise tocar con Leopoldo. Cuando en 1992 me enteré de que otra vez buscaba un pianista lo llamé, no lo iba a dejar pasar una vez más.

- Después de tantos años de ser el pianista de Leopoldo Federico, ¿qué te llevó a hacer un disco solista?
- Me lo propuso Gustavo Mozzi y acepté porque pensé que podía trabajar para el tango. A mí me gusta tocar de una manera que no quiero que se pierda. Me gusta conjugar estilos. Por eso en el disco trato de mostrar el estilo de Firpo, esa manera de tocar como si estuviera limpiando, pasando el plumero; también uso la escritura para elaborar alguna idea de origen más clásico y que se escuche el desarrollo de los motivos, a la manera de la forma sonata. Pero quiero respetar el tango, no quiero poner el acorde que se me ocurre para ser original. Me parece que los descubrimientos vienen sin que uno se lo proponga. Piazzolla no quería renovar el tango: era Piazzolla e hizo lo que le salió. Hay gente que por buscar cosas, deja de recorrer los caminos que hay que recorrer.
Editado para la web por El tango y sus invitados