sábado, 18 de febrero de 2012

El Tio Tito Sobral y su cuarteto Aróstegui - De la Franca

Tito Sobral


El "Tio" Tito Sobral y su cuarteto Aróstegui - De la Franca 

Tito Sobral: nació el 1 de marzo de marzo de 1905 en el barrio del Once (Buenos Aires), autor de "Soy un tango nada más", "Peligro nacional", "Don Tito", etc.

Que mejor forma que contar su vida por medio de quienes lo conocieron, a continuacion tres relatos. 

1) Texto extradio de una nota que le hizo a Juan Fontela su Hijo Carlos cuando tenia 96 años que reproduce La Milonga Argentina en la web
Papá, contame una de tus anécdotas…

Una noche fui a bailar a Tapiales. Actuaba Aníbal Troilo con sus cantantes, Fiorentino y Marino. ¡Vaya mi sorpresa al bajar del tren!: al caminar veo mucha gente dirigiéndose al baile, pero resulta que la mayoría iba a otro lugar, donde actuaba la orquesta de Aróstegui De La Franca con Tito Sobral, que hacían diversas músicas, pero sin calidad. ¡No más de 50 personas había en la actuación de Troilo!... Sin palabras.

2)  Con Manuel Luna, tucumano y cófrade pensionista nos hicimos amigos, hoy supera los 80 y a mí no me falta mucho, somos vecinos del barrio y aquí andamos, terminando el 2011, con nuestros achaques pero la seguimos tirando. Hacía unos años que este muchacho de 27 entonces, andaba por aquí, por supuesto que más canchero y conocedor que uno.

Una tradición, empapelado San Justo con afiches murales simple y doble invitando los fines de semana a bailar al compás de las grandes orquestas típicas tan en boga a mediado de los 50…, sea Fresedo en Huracán, o De Angelis en el Brown, o Biagi en el For-Ever; mi gusto por la danza no pasaba justamente por el tango (lejos no andaba el tiempo de arrepentirme), pero acuciado: 1º) por la curiosidad, la magnificencia, trascendencia, fama, sus cantores, que en Escalada, cada muerte de obispo, por radio, alguna cinta…, o algún 78 y tantas otras atracciones de esas señoriales agrupaciones; luego no sé si 2º) las casi inocultables exigencias naturales, carente en amor de toda especie, platónico y… ya que estamos: del otro, impulsando mi encabritada mocedad hacia un rebusque…, apuntamento.

Pero estaba muy verde, recién sacudía las chalas del campesinado traído. Otra: la edad; en esos tiempos la del pavo era más prolongada, diría que la juventud comenzaba a los 25. Y sí, pesaba mucho este pago extraño. Necesitaba pata para al menos las primeras milongas pero choqué con un muro, me dejó estupefacto el negativismo de Manuel…, que esa orquesta no es para bailar, no marca el compás, no gusta, no arrastra gente, mucho violín, es aburrida… Y así hasta que un buen día, él va y me invita…

-El sábado vamos al Brown.
-¿Quién está…?-, curiosamente esa semana no vi el nombre de ningún famoso en los carteles.

-El Tío Tito.
-Escuchame, ¿quién lo conoce?

-Ya vas a ver, eso va a estar hasta la pera.

Como siempre, la decisión: nunca mía, sólo obedecer…, cabestreando.

El sábado calcé al fin mi casi flamante traje negro a rayas que a medidas me hizo Lito Abett en Escalada, seco pero empilchau, bien lustrados los tarros, mi cumpa todo en marrón y allá nos largamos al club de la calle Entre Ríos, institución que me simpatiza pues lleva idénticos colores, aurinegro, igual que Jorge Néwbery de mi pueblo. ¡Mamita!, ni en los estadios de fútbol encontré tanta gente forcejeando por una entrada; ya en la pista, hoy gran salón, perdí a Manuel en la muchedumbre, ni pensé buscarlo. Actuaba el relleno de la orquesta principal: Jazz Los Bambis… ¿malos…? una bolsa de gatos, y me quedo corto; hacían lo que estaba a su alcance, poco, lo que podían (¿Qué puedo decir yo si al tiempo integré peores agrupaciones?) De todos modos eran relleno; el plato principal: a su turno. Decaía, pero aún se estilaba la alternancia de dos orquestas y en esa época más que justificada, el tango (la típica) amo y señor en cuanta milonga habida (arrabal, barrios y centro), a su saga la característica, con un repertorio de lo más variado, todos los ritmos de América, del Ártico a la Antártida, más los populares de España y de Italia… ¡Impiadosos! La muestra más patente, de lo mejor y comprobable Feliciano Brunelli, ahí tenemos sus registros. Sin embargo, los desajustes de la Jazz no absorbieron mi atención, sino cómo especialmente en el fox-trot, los propios danzantes al deslizar los zapatos (shhh) y culminar con el top de las chapitas en los tacos (shhh-top, shhh-top, shhh-top) marcando, así mejoraban el ritmo a mayores decibeles que las escobillas de los bateros. Año 1955, asomaban las primeras pilchas caqueras masculinas, las muchachas y sus amplias polleras tableadas campana-plato, tímidamente surgían los brutales compases del Rock and Roll, andaba al caer Bill Halley y sus Cometas… Y bueno, aquí, en La Matanza… Los Bambis. Al fin culminaron la primera de sus tres entradas; mientras acomodaba su incursión la típica, el plato fuerte, las parejas pechando desalojaban la pista, más bien un pequeño círculo en su centro, y con mucho esfuerzo… ¡Qué manera de haber gente!, más apretados que saliendo en tren del Once a las seis de la tarde.

Cuarteto Aróstegui de la Franca, con el piano del maestro Aminto Vidal, arrancó en medio de la ovación, los aplausos y el parloteo del presentador, pregonero y lenguaraz Tito Sobral, cuarteto sí pero uno más famoso que el otro, y parece que de los presentes sólo yo desconocía. Claro, estos muchachos eran artistas exclusivos de LS6 radio del Pueblo, su potencia no alcanzaba los 600 Km. hasta Escalada, el éter se le terminaba en el camino. Aquí, en San Justo no había ventanal sin esa onda dejando oír, no sólo a Tito, también a Odín Fleytas, Pirca Rojas, a Juan Carlos Chiape y a tantos que llegaron…y relegados.

Con Fuegos Artificiales derramando notas y un derroche de cromáticas escalas se inició, estalló con mayor volumen la voz del Tío Tito arengando a las viejas, a doña Rosa, doña Enriqueta, doña María, etc… para anotarse a bailar este tangazo corazhón a corazhón.

¡Pobre Arola!

Sin reacción, incrédulo oía y pensaba en mi pueblo, en el club visitado por tantas orquestas de San Justo de Santa Fe (La Splendid del “Tero” Bottegoni), de Santo Domingo (Los Ases, Los Astro), no diré infinitamente pero muy superiores. Venir de tan lejos para escuchar esto, y sin embargo: ¡un mundo! Y capaz que iban a Escalada y les juntaban las cabezas a todos… Sobre gustos…, dijo una vieja. Creo que yo vivía equivocado, sin dudas… y esa misma noche casi lo confirmo.

De pronto me sacó de esas cavilaciones una aglomeración aún más compacta cercana al tapial paralelo a la calle Mendoza. Como pan dulce crudo, apelmazados estaban, concurrí curioso para ver el móvil, y ahí estaba: paradas contra la pared chicas sueltas, liberadas; las otras en las mesas, modositas con sus viejos. De pie allí como posando en una elección a reina, se exhibían, casi se ofrecían a los galanes que como caranchos alineados las enfrentaban, penetrantes, concentradas miradas. Entre ambas trincheras dejaban libre un pasillo de un metro de ancho hasta donde las parejas en plena danza. Y cabeceaban los mozos, las minas aceptaban con lento pestañeo, ya entrelazada la pareja, breve ostentación allí, dos o tres fintas marcando la cancha, a cual más complicada y elegante para hundirse luego en la corriente. Y eso era tango, tanguear… Y allí descollaba, en ese toma y daca y entre tantas brevas: la frutilla del postre justificando el apretujamiento. Un minón de aquellos tiempos, describirla llevaría un libro. Señales: si bien un rostro belleza corriente: insinuaba promesas, enmarcado por una porra en sortijas castaño claro derramando su raudal sobre hombros y espaldas. Lo demás en su lugar: tórax (¿o pechos?), cintura, cadera, piernas semiocultas; pollera amplia, larga debajo de las rodillas, tableada y escocesa… ¡Con razón! No se había inventado pero treinta impiadosos pares de ojos arrojaban laser, misiles sobre esa humanidad… y yo, humilde con uno, simplemente miraba y sin tentarme… Va que de pronto, como un relámpago me pareció que chocaba con sus faroles, ¡no, no puede ser! ¿Soñé? Incrédulo aún, pero por las dudas, incrusté mi único en sus párpados… y los elevó, y esas transparencias me dijeron: -Vení...-, y fui sin señas, sin cabeceos ni nada, desarmado; apenas pude pensar ¿y ahora?, ¿el firulete? Asustado ni me emocioné al abrazarla, atiné caminar cruzado, sin que yo mandara ella dibujó un par de ochos y en tres zancadas nos zambullimos en la correntada, con otros tres pasos busqué al medio, me frenó la mina, se soltó y muy fruncido el ceño me miró con fiereza.

-¿No bailás cruzado?

-No, sencillo nomás-, adiviné la intención y la manoteé-, pero no te vayas, vamos a conversar.

-Yo vine a bailar, pibe, no a charlar-, se soltó con violencia de mi mano y mientras se alejaba-, ¡andá a varearte al stud, matungo!

Pero bueno, aquí mi debut, en estas circunstancias jugaba de total visitante y lo peor: no lo asumía, no me cabía en el mate. Para colmo ni a Manuel lo tenía a mi lado… ¿Dónde diablo andará?

Pensar que de pibe en Escalada era considerado por la barra, si bien no el mejor, sí un buen bailarín, o audaz, o cara dura, especialista en ritmos ligeros: fox trot, corrido, baión, los de mi generación campeones de paso doble y vals, ¡un dechado!, corríamos por el perímetro quien daba más vueltas y como los planetas sobre nuestro propio eje, con variantes los más duchos  a izquierda, a derecha, ¡muy habilidosos! Los muchachos mayores nos bautizaron “Los vareadores”, apenas sonaban los primeros compases inundábamos la pista con destino a las mesas en procura de las chicas, sus chicas, así era el estilo. Y ahí sí, los más grandes con pretensiones de alguna, medios encamotados perdían, no podían competir con nuestra premura, quedaban a las puteadas planchando mientras nosotros volábamos como bandada de gorriones… y no nos molían a piñas porque nos conocíamos todos, aunque de buenas ganas… Esos mis pasos primeros en la danza, fui mutando, pero en estas cuestiones conservé cualidades o vicios, con cinco años de aprendizaje no quería creer como dijo la leona que era un perfecto matungo y especialmente en el 2x4…, tarde comprendí que era un durazno aún en el chamamé, mi preferido, mal acostumbrado porque allá a casi todos nos cortaba la misma tijera, tan así que ya mismo confirmaba mis convicciones.

Como pude llegué hasta el otro wing, ni empedo retornaría al punto de partida… y aquí me encontraba cavilando, tratando de comprender, víctima de una gran injusticia, ahí me despertó que desde una mesa lejana, del fondo, llamaban, miré atrás, a diestra, siniestra, insistieron, con el índice me señalé el pecho y con los ojos preguntaba -¿a mí?, si nadie me conocía.

-¡Sí, sí!-, a los cabezazos asentían dos chicas mayores, al acercarme reconocí a dos hermanas compañeras en la textil. Desconocía a la gran mayoría de operarios y más a las fenme, dentro del predio separado del gran edificio la carpintería, un galpón ahí trabajaba yo: todos machos y sólo visitados por machos; las mujeres en hilandería, revisado…, nos quedaban lejos, más a mí, un párvulo recién llegado. Ahora nos estábamos presentando, estaban acompañadas por unas vecinas, no había moros ni viejos en la costa, habitaban cerca de la fábrica, calle Jujuy. Preguntaron si bailaba:

-No como aquí, vengo de la provincia de Santa Fe.

-¡Mirá vos, qué suerte!, nosotras somos de Rafaela.

Casi al instante estuvimos corazhón a corazhón floreando un Mate Amargo por el Tío Tito. Así toda la velada; a las 5am estaba en mi camita después de caminar 15 cuadras acompañando a mis paisanas y 15 de vuelta solo. Gloriosa noche, mis damas bailaban el propio estilo que el mío… y, venían de allá. Y nuevamente mi autoestima arriba.

Fuimos a otra milonga con Manuel, al For Ever (1) sólo a escuchar a Angelito Vargas, mis compañeras no pudieron concurrir; no intenté otra aventura para no sobrellevar más líos…, o desengaños. Fuente Facebook por Mno. Escalada santafe
EL PAISA

3) No puedo dejar de nombrar al tío Tito Sobral.
 Actuaba con el cuarteto Aróstegui - De la Franca.¿Quien se lo perdía?Recuerdo cómo empezaba su actuación radial:“Hola, qué tal, compañeros,y qué dicen las muchachas,las de los ojos de cieloque alumbran como el lucerolos caminos de mi patria.Hola, qué tal, compañeros,aquellos del tiempo viejo, pa’ tuitos guenas y santas.Con el abrazo cordial,cariñoso y fraternaldel tío Tito Sobral para todos sus sobrinos.Seguridad de consejo,aquí les tiendo mi mano, pa’ que criollos como hermanostiremos firme y parejo porteños y provincianos.E inmediatamente mencionaba la pieza con la que, según él,comenzaba “el baile”.
Tangos, rancheras, pasodobles, valses, fox-trox. Todos estos ritmosabarcaba el Tío Tito Sobral.
A veces decía las glosas y otras veces cantaba. Solía decir: “Ahí va elcantor. Que Dios me ayude”.Cuando anunciaba, por ejemplo, que la orquesta Aróstegui - De laFranca iba a tocar una ranchera, decía:Que Usted no tenga eleganciaeso no tiene importancia, y aunque no sepa bailar  y sea feo como yo,no se desanime no y busque una compañeraque bailando esta rancheraLeguizamo se casó.Su programa era una explosión de alegría y risas.Quedaron algunas cassettes de él como recuerdo grato de sus “bailesradiales”.
Por Ángel Alberto Berro Director del Instituto Pablo VI(Dipregep 4029)