viernes, 20 de enero de 2012

Julio Pane

Julio Pane en 2003

Julio Pane y Hugo Rivas


El bandoneonista Julio Pane, uno de los mayores exponentes del fueye en la historia del tango, afirmó ayer que el género se distingue de otras estéticas "por constituir una expresión libertaria sin ataduras a la coreografía de la danza".
Pane, de 64 años, dueño de un estilo virtuoso pero reñido con los malabares, que asume en su música el letargo y rezongo de Aníbal Troilo y lo combina con la fuerza revulsiva de Ástor Piazzolla, sostuvo que "la evolución desde la Guardia Vieja hasta Ástor, en pocos años, implica una maravillosa revolución".
"Cuando el bandoneón llegó al tango, el tango no era así. Hay un antes y un después del bandoneón. Al principio no había método: los primeros músicos se pasaban todo de oído y, en ciento y pico de años, llegamos a Piazzolla. Es sorprendente semejante revolución", afirmó en diálogo con Télam.

 Pane, que ofrece conciertos sólo cuatro o cinco veces por año, se presentará este sábado 3 desde las 22, acompañado por su trío, en el VII Festival de Tango que organiza el Centro Cultural Torquato Tasso (Defensa 1575) y que se extenderá hasta el 30 de diciembre.
El bandoneonista, que tocará junto con el pianista Nicolás Ledesma y el contrabajista Enrique Guerra, compartirá el escenario del Tasso con el violinista Pablo Agri y su quinteto, a quien Pane considera "excepcional" y parte de "otra revolución" que está experimentando el género.
Pane, cuyo nombre estuvo asociado a figuras de la jerarquía de Horacio Salgán, el propio Piazzolla, Enrique Francini, Armando Pontier, Atilio Stampone, Héctor Stamponi y Leopoldo Federico, dialogó con Télam sobre el mapa actual de la música que cultiva desde que heredó la vocación de su padre (Francisco) y su tío (Vicente), ambos bandoneonistas.

-En el VII Festival de Tango se encontrarán músicos de diferentes recorridos: algunos consagrados como usted o Rodolfo Mederos; otros jóvenes pero consolidados como Pablo Mainetti o Diego Schissi; y también otros en ascenso como el trío Quasimodo; ¿necesita el tango de esta clase de cruces con mayor frecuencia? -Estos encuentros le hacen bien al tango, porque hay muchos músicos jóvenes con inquietudes, como los dos casos que nombrás de Mainetti y Schissi, por más que tengan acercamientos diferentes al tango.
Lo veo como algo positivo y revolucionario, pero será el tiempo el que decantará este momento, como todos, y nos dirá si estamos en una transición hacia algo mayor.

-Mainetti sostiene que el tango ha generado nuevos músicos y nuevos letristas, pero que carece de los eslabones industriales de la cadena: productores adecuados, espacios para tocar suficientes, periodistas especializados; ¿coincide con esa visión?
-Sí, creo que esa es la verdad. Nosotros, por ejemplo, con el trío tocamos dos o tres veces por año. Si no hay un festival de esta naturaleza o una oportunidad especial donde entendamos que podemos llevar nuestro mensaje, no tocamos. No hay muchas oportunidades.
Lo llamativo es que cuando esos encuentros se dan, el público responde a la convocatoria. El público está; los que no están son los lugares.

-El llamado tango "for export" sí tiene esos espacios; ¿cuál es su visión de ese fenómeno?
 -El tango, en cualquiera de sus formas, tiene que ser tocado por gente muy profesional. Por gente idónea. No puede estar hecho por diletantes. En ese punto, no hay un riesgo, porque desde el punto de vista mecánico, técnico, creo que está bien cubierto. Hay calidad.
Fuente Diario Democracia. Editado por El tango y sus invitados.