jueves, 17 de febrero de 2011

La Argentinita

La Argentinita
 La Argentinita


Federico García Lorca y Rafael Alberti con la Argentinita (1934)
Federico García Lorca y Rafael Alberti con la Argentinita (1934)

 La Argenitinita (Encarnación López Júlvez) Una de las mujeres a la que es difícil clasificar simplemente como cupletista, fue Encarnación López Júlvez, más conocida como "La Argentinita" por haber nacido allí -sus padres eran emigrantes españoles- en 1895, aunque a los seis años volvió con sus padres a España.

Su pasión fue siempre el baile y así empezó, cantando y bailando para dedicarse después a las grandes coreografías y, de una manera muy especial, al flamenco, cuyo arte había aprendido de dos excelentes maestras: La Macarrona y La Coquinera.
No era una gran cantante, tenía una voz más bien normal para dedicarse a este género donde había tantas competidoras, pero su gracia innata para el baile, su extraordinaria personalidad (que yo he podido ver en su hermana Pilar), y su picardía y tremenda gracia lograron desbancar con su presencia a las grandes figuras, incluyendo a la propia Raquel Meller que, en cierta ocasión, por estar imitándola humorísticamente en el escenario del Teatro Romea de Madrid, entró en la escena y le dió dos bofetadas que ya han quedado para siempre en el anecdotario de la historia del cuplé, rompiéndose entre las dos la poca o nula relación que
podía haber entre ellas.
En su vida, tanto artística como profesional, muy una mujer muy abierta y alegre, aunque muy disciplina en todo lo que concernía a su arte, y muy bravía, tanto en el escenario como en su vida amorosa. El gran torero José Gómez Ortega "Joselito", mortalmente cogido en Talavera de la Reina (1920) por el toro "Bailaor" -¡qué gran ironía de la vida!- fue su gran amor, aunque se atravesó el de su cuñado, casado con su hermana Lola, Ignacio Sánchez Mejías, que conseguía todo lo que se le antojaba. También Ignacio murió en la plaza 14 años más tarde cogido por el toro "Granadino". Les recomiendo la lectura para este apartado biográfico del libro de Andrés Amorós y Antonio Fernández Torres: "Ignacio Sánchez Mejías, el hombre de la Edad de Plata".
En el apartado que estamos tratando, y que comenzó con 8 años en el Teatro Circo de San Sebastián para continuar, posteriormente, en el de La Latina, el Teatro Apolo y el Príncipe Alfonso, "La Argentinita", con un escaso repertorio pero con enorme gusto, se situó entre las grandes. Quienes mandaban en 1917 en las tablas eran: ella, Carmen Flores, La Bella Chelito y Amalia Molina. Apenas tenía creaciones propias, pero mejoraba todas las que hacían sus compañeras por su "saber estar" en escena y por su arrolladora genialidad en el escenario, sus movimientos de cuerpo y brazos, su simpatía, su vestimenta y, algo que muy pronto supieron entender los críticos y el público, por su intelectualidad. ¡No era una cualquiera, sabía estar en el mundo. La cabeza fría y el corazón caliente!
En su mínima faceta de cupletista -o máxima, según se mire-, su éxito mayor fue con el cuplé titulado "Niña, ¿de qué te las das?", con letra de Susillo y música del eminente compositor sevillano Font de Anta:

Si quié la mujer que un hombre/ se vuelva loco por ella,/ que se aprenda de memoria,/ que se aprenda de memoria/ estas cuatro o cinco reglas./ Lo primero que ha de hacer/ es ser llana y natural,/ porque el orgullo es un traje/ que no le sirve pa ná.// Algunas van por la calle, así tan tirás pa atrás, que era menester decirla:/ ¡Niña", ¿de qué te las das?// Aquella que es variable,/ que deje de ser coqueta,/ que la que tiene ese vicio,/ que la que tiene ese vicio/ ni el diablo carga con ella./ Hay que andar sin estirarse,/ porque muchas al andar/ les paece el mundo pequeño/ y al mundo se quien tragar.// Algunas van por la calle,/ así tan tirás pa atrás,/ que era menester decirla:/ ¡Niña!, ¿de qué te las das?// No hay que echárselas de vivas,/ ni de listas ni de sabias,/ que la viveza en la hembra,/ que la viveza en la hembra/ no le causa al hombre gracia./ Y en teniendo buena sombra/ y salero pa mirar,/ ya verás cómo te casas/ y si no... ¡no pierdes na!
El público en general sí la aplaudía, pero no así el entusiasta del mundo de las "varietés" que la tildaban como señorita aficionada. Pero algo tenía para ser superior a sus rivales en muchos conceptos y para que el empresario Campúa -al que llamaban "loco"- la contratase por la abismal cifra de veinte mil duros de la época para trabajar en el Teatro Maravillas.
Aunque versionaba muchísimas canciones de otras, pero elevándolas de categoría, hizo algunas creaciones como "El arte del cuplé", de Santillo y Larruga, "El cuplé regional", "Mi viaje", que hablaba de su relación hispanoamericana en tono jocoso; "Tranvías sevillanos", de Monterilla y Font de Anta, "El matrimonio", "Una vida de mujer", de Martínez Sierra, y "Todo al revés", de Soriano, Acosta y Font de Anta. Todas las de su tiempo tenían un arte general manejando el mantón de Manila, pero las dos grandes especialistas por excelencia fueron ella y Pastora Imperio. Encarnación "La Argentinita" movía el mantón mientras bailaba cantando esta letrilla: Me entusiasmo con Belmonte,/ y por verle, esta gachí,/ ha llevao el mantón al Monte,/ ¡porque sí!; o esta otra a la que cuajaba con estudiado humor: Aquí está la Mari Pepa,/ la del mantón de Manila,/ el manojo de claveles/ y el ama de la pupila./ Que si seré yo chula y esto no es broma,/ que me lavo la cara con escarola;/ yo me plancho las medias con almidón/ y me como el cocido con tirador.
Gracias a su amistad con la llamada generación del 27 y muy especialmente con Rafael Alberti, Gerardo Diego y Federico García Lorca, que la llamaba "comadre", Lorca le preparó las canciones populares que él había rescatado y armonizado al piano consiguiendo un éxito inusitado tanto en España como en América. De ahí surgen: "Zorongo gitano", "Sevillanas del siglo XVIII", "Anda jaleo", "Los cuatro muleros", "Nana de Sevilla", "Romance pascual de los pelegrinitos" y "En el café de chinitas", entre otras. Precisamente el título de esta última canción da idea a Lorca para montarle un espectáculo musical que se estrenó en Nueva York con un clamoroso éxito. Estas canciones las cantó "La Argentinita" acompañada al piano por el propio poeta granadino, y se grabaron en 1931 en La Voz de su Amo en cinco discos, recopilándose todas en un solo álbum por la empresa Sonifolk de Madrid en 1989. Todas estas canciones han sido versionadas muchísimas veces por diversos artistas que hicieron recreaciones modificando o alargando las letras de las mismas: Pepe Marchena, Carmen Linares, Estrella Motente y Teresa Berganza, entre muchísimos más, las hicieron a su forma con más o menos fortuna, y hasta Emilio "El Moro" hizo de ellas parodias humorísticas.

La versión original de "Los cuatro muleros" era la siguiente: De los cuatro muleros/ que van al campo,/ el de la mula torda,/ moreno y alto./ De los cuatro muleros/ que van al agua,/ el de la mula torda/ me roba el alma./ De los cuatro muleros/ que van al río,/ el de la mula torda/ es mi marío./ ¿A qué buscas la lumbre/ la calle arriba/ si de tu cara sale la brasa viva?
"Anda jaleo", otra de las más versionadas: Yo me subí a un pino verde/ por ver si la divisaba/ y sólo divisé el polvo/ del coche que la llevaba.// ¡Anda, jaleo, jaleo!/ Ya se acabó el alboroto/ y vamos al tiroteo.// No salgas, paloma, al campo,/ mira que soy cazador,/ y si te tiro y te mato/ para mí será el dolor,/ para, mí será el quebranto.// (Refrán)// Por la calle de los Muros/ han matado una paloma./ Yo cortaré con mis manos/ las flores de su corona.// (Refrán).
"Romance pascual de los pelegrinitos", una de las más hermosas canciones populares y de las más recordadas: Hacia Roma caminan/ dos pelegrinos,/ a que los case el Papa/ porque son primos./ Sombreriro de hule/ lleva el mozuelo,/ y la pelegrinita,/ de terciopelo./ Al pasar por el puente/ de la Victoria,/ tropezó la madrina,/ cayó la novia./ Han llegado a Palacio,/ suben arriba,/ y en la sala del Papa/ los desaminan./ Le ha preguntado el Papa/ cómo se llaman./ Él le dice que Pedro y y ella que Ana./ Le ha preguntado el Papa/ que qué edad tienen./ Ella dice que quince/ y él diecisiete./ Le ha preguntado el Papa/ de dónde eran./ Ella dice de Cabra/ y él de Antequera./ Le ha preguntado el Papa/ que si han pecado./ Él le dice que un beso/ que le había dado./ Y a la pelegrinita,/ que es vergonzosa,/ se le puesto la cara/ como una rosa./ Y ha respondido el Papa/ desde su cuarto:/ ¡Quién fuera pelegrino/ para otro tanto!/ Las campanas de Roma/ ya repicaron/ porque los pelegrinos/ ya se han casado.

Cuando "La Argentinita" comenzó a hacer lo que verdaderamente le gustaba, las grandes coreografías y espectáculos como "Las calles de Cádiz", que escribió el propio Ignacio Sánchez Mejías con el seudónimo de Jiménez Chávarri, con canciones de Lorca sobre temática popular y música de Manuel de Falla, y artistas de la talla de su hermana Pilar, y La Macarrona y La Malena, fue cuando todo el mundo supo por qué aquella mujer impresionaba a todas, sin tener buena voz, como dijimos, cada vez que se subía al escenario. Pocas como ella cuidaban a la perfección la música, los decorados, la vestimenta y la íntegra comunicación artística entre los miembros de su compañía. Era una gran disciplinada, una gran perfeccionista en todo, virtud o defecto que heredó también su hermana Pilar a la que tanto y tan bien conocí.
Cuando llegó la triste guerra "incivil", un periódico de la izquierda de PSOE, "Claridad", la calumnió diciendo que se había negado a actuar a beneficio para los soldados heridos, con lo que "La Argentinita", su hermana Pilar y su marido, Tomás Ríos, tuvieron la necesidad de ir a Alicante para embarcarse huyendo de una muerte cierta. Su fallecimiento, tan joven, a la edad de 50 años, le cogió en Nueva York, ciudad en la que tanto había disfrutado con Ignacio y Lorca, el 24 de septiembre de 1945. Evidentemente, la familia de "Los Gallos" no quiso que fuese enterrada junto a su amado en el mausoleo hermosísimo -si es que puede darse esta adjetivación a un mausoleo-, que el escultor valenciano, Mariano Benlliure, labró para "Joselito". En diciembre de ese año, su cuerpo volvió de Nueva York para ser enterrada en Madrid.
Con la muerte de Encarnación López "La Argentina" no sólo se murió parte de aquellos tiempos de "varietés", revistas y cuplés, sino la elegancia en la escena y, casi seguro, la persona que puso en boga el folklore popular en el que más tarde se inspiraría lo que hoy damos en llamar canción española o copla. Fuente Emilio Jiménez Díaz  en la web DESDE MI TORRE COBALTO