jueves, 10 de diciembre de 2009

Cristina Banegas

Cristina BanegasCristina Banegas

Cristina BanegasCristina Banegas

Cristina BanegasCristina Banegas


El fin de 2004 la encontró más cansada que nunca. Fue un año profesional arduo que coronó una trayectoria de casi 40 años en la escena, en la pantalla chica y en la grande. Pero Cristina Banegas no se queja. No es de las que se quejan, aunque su actividad le impida disfrutar de su reformada casa de Palermo Viejo, que transformó, por obra y gracia del ingenio creativo, en un pequeño palacio de cristal que permite que la luz acaricie con su luminosidad. Allí se destacan sus premios y las fotos de sus seres queridos: su madre, su hija y su nieta, familiares y amigos que le sonríen desde las fotografías.

Con mucha serenidad, pero también satisfacción, Cristina reconoce su cansancio, sobre todo por la filmación de "Decir tu nombre", de Albertina Carri, que acaba de finalizar, aunque un brillo de orgullo ilumina sus ojos cuando expresa que "es mi primer protagónico en cine".

El primer papel protagónico en el cine, después de haber participado en más de 34 películas, convierte a 2004 en un año muy especial para ella. Pero no es el único mérito alcanzado. Su interpretación de "La señora Macbeth", de Griselda Gambaro, que presentó en el Centro Cultural de la Cooperación y que en 2005 pasará al escenario del Teatro Cervantes, fue tan visceral y emotiva que la ha hecho merecedora de varios premios. Y por si esto fuera poco, su brillante participación en el programa televisivo "Locas de amor" (en el papel de Regina De Teglia, una arquitecta brava, manipuladora y psicótica) y su incursión en la música como cantante, le permite además calificar a este año como uno de los más prolíficos de su vida profesional y que le deparó muchas satisfacciones.

Criada en un ambiente donde la rutina familiar estaba invadida por el lenguaje y los códigos televisivos (su padre Oscar era actor y productor y su madre, Nelly Prince, inauguró, desde la locución y la actuación, la televisión argentina), no era de extrañar que la joven se sintiera tentada de seguir los pasos paternos. Pero su preferencia artística infantil la llevó al ballet. Hasta los 10 años estudió con María Ruanova y Mecha Quintana, pero a la hora de las definiciones intervino su padre, que la hizo reflexionar sobre los sacrificios y esfuerzos permanentes que representaba ser bailarina. Y eso determinó que Cristina Banegas hiciera un paréntesis hasta que sintió la vocación de ser actriz.

A los 15 años empezó a estudiar teatro con Enrique Escope y a trabajar en televisión, donde debutó con "La solterona", con Oscar Ferrigno, experiencia que la ligó al medio televisivo. Entre sus primeras experiencias teatrales recuerda a la compañía de muñecos Los Ta-te-títeres, liderado por Virginia Pasetti, con quien aprendió el oficio y debutó en una temporada en Mar del Plata.

Toda su vida tuvo un gran despliegue de actividad porque siempre buscó las respuestas a los grandes interrogantes que le planteaba su profesión. "Porque éste es un trabajo que te lleva toda la vida; encontrar las respuestas adecuadas a preguntas tales como cuál es el fenómeno de la actuación o qué es ser actor lleva muchos años de lecturas, charlas, introspecciones y ejercitación. Además, ser actor es como querer ser pianista: exige estudio y mucha preparación, independientemente del talento que se tenga", expresó alguna vez la actriz.

Por este motivo estudió filosofía con León Rozichner, literatura argentina con Noé Jitrik, canto con Roy Hart y Susana Naidich. También se sintió tentada de escribir canciones, y este acercamiento a la música la impulsó al canto en recitales como "Veladas criollas", "Tangos" y "La Morocha", y a la grabación de dos discos: "Tangos", con Ubaldo de Lio, y "La criollez", con Edgardo Cardozo.

"En realidad canté mucho mientras actuaba -explica la actriz-. En `Woyzeck´, con música de Pablo Ziegler; en `La vuelta de la manzana´, de Hugo Midón; en `Las romerías´, un sainete de González Pacheco; en el programa de TV `Yo soy porteño´. Además, vengo de una familia de cantores, muy criolla. Mi madre ha cantado mucho profesionalmente; mi padre también era cantor y todo se manifestaba en las reuniones familiares donde se cantaba, se recitaba, se improvisaba. En `La Morocha´, yo decía un poema de Vacarezza que aprendí de mi padre, porque nunca lo vi escrito, ni sé a qué sainete pertenece. En `La criollez´ hago una milonguita llamada `Cobrate y dame el vuelto´, que la cantaba mi papá. Sigo retomando y resignificando esta tradición que aparece en la cultura argentina y que tiene que ver con la actuación y el tango, las mujeres actrices y cantantes de tango o vedettes o mujeres de la revista, del varieté, del sainete, del teatro, de la radio, de la televisión."

En cine, trabajó con directores como David Kohon, Néstor Lescovich, Fernando Solanas, Juan Carlos Desanzo, Bebé Kamín, Beda Docampo Feijóo y David Lipzick, entre otros. Pero desde temprano, el teatro fue su foco de atención. En 1967 subió al escenario para participar en "Aprobado en castidad", de Narciso Ibáñez Serrador. A partir de ahí tuvo encuentros con las obras de Osborne, Pinter, Shakespeare, Buchner, Sófocles, Müller, Dostoievski, Synge, Beckett, Strindberg, sin que faltaran los autores locales: Roberto Cossa, Griselda Gambaro, José González Castillo, Leónidas Lamborghini, Daniel Veronese, Juan Gelman y Adriana Genta.

"Empecé a actuar en teatro en 1967 y no puedo contabilizar las horas que me pasé ensayando, aunque debo reconocer que allí sucede lo más importante. Es como un viaje que se hace en un trance compartido." Pero no termina aquí su actividad profesional, hay otra labor que viene desempeñando y a la que no le puede dedicar todo el tiempo que quisiera: la docencia.

Afincada en El Excéntrico de la 18, su sala propia, se afana en seguir desarrollando las inquietudes actorales de los jóvenes que encuentran en la actriz un modelo de interpretación por el grado de compromiso que asume al encarar cada personaje. Le resulta difícil escindir una labor de otra; en última instancia se puede afirmar que la interpretación es el motor de su vida que la lleva por el camino de la perfección hasta alcanzar la máxima expresividad. Fuente Entrevista Diario La Nacion por Susana Freire